Los baños de San Juan: El agua que rejuvenece a los vecinos de Alcaracejos tras la noche más mágica del año.
La noche de San Juan, las más mágica
del año, es el momento de de historia, leyendas y conjuros, y en muchos pueblos
reviven tradiciones ancestrales que hunden sus raíces hasta que no se sabe
cuándo. En esta lucha con la memoria ocupa una posición muy especial
Alcaracejos, una de las localidades cordobesas que de manera más intensa
festeja San Juan.
Y lo hace con dos tradiciones. Una de
ellas consiste en poner un baño, lebrillo o palangana en el corral o patio de
las casas. Se echa agua limpia, gran cantidad de flores y se forma una cruz
vegetal. Es el baño de San Juan, porque se decía que por la noche el santo
acudía y se lavaba en él. A día siguiente, todos se limpiaban con la mencionada
agua, que según la tradición posee la propiedad de rejuvenecer los rostros,
como explica el primer edil.
La otra tradición son las enramadas,
que se repiten por San Pedro, del 28 al 29 de junio. Esta costumbre consiste en
la colocación por parte de los vecinos más jóvenes de ramas, hierbas o paja en
las puertas y ventanas de las viviendas de otros y otras jóvenes. Y, según los
árboles, varía su significado del mensaje que desea transmitir.
El olivo significa un “te olvido”; la
paja, “Burra”; el árbol del paraíso, “te quiero”; acacia, “lacia”; álamo, “te
amo”, o moral, “enamorado”. Con el paso de los años, estos significados se han
ido desvirtuando y las enramá son, básicamente, muestras de amistad y
camaradería.
Y en Almedinilla, la Encantá.
En Almedinilla, lo tradicional es
que, en la noche del día 23, el municipio represente la leyenda de la Encantá.
Cuenta la historia que cada año aparece en la orilla del río Caicena el
espíritu de una joven mora que busca desesperadamente a su amado. La Leyenda se
remonta a la época en que la Bética árabe el amor entre una mora y un cristiano
era imposible.
La bella joven bajaba al rio a lavar
diariamente, y un día se encontró con un joven cristiano que quedó prendado de
ella. Enamorados, iniciaron un romance que no pudieron mantener en secreto, ya
que los hermanos de ella los descubrieron y dieron a él. Cuando ella halló el
cadáver, se escapó para vivir el resto de sus días en una cueva cercana. Desde
que sucediera tal hecho, los lugareños comentan que cada noche de San Juan se
ve a la joven bajando hasta la orilla del río, de aguas ruidosas y frescas, con
la esperanza de encontrarse con su amado.
Conmemorando esta trágica historia,
en Almedinilla volvió a representarse en la noche del 23 de junio la leyenda,
que suele empezar a las 22:00 con un mágico pasacalles.
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