SEJAS DE SANABRIA. LEYENDA DE LA CABRA
“SULDREIRA” (CAPRICHOSA)
La Iglesia de Santa Marina de Sejas, en
la comarca de la Carballeda, se encuentra en plena ruta Jacobea-Mozárabe,
habiendo gozado todo éste territorio carballés de numerosas encomiendas
templarias (Mombuey, Carbajales de la Encomienda, Muelas de los Caballeros,
Donado…) lo cual hace bastante probable que tal condición también ostente Sejas
de Sanabria.
El origen de la población de Sejas de
Sanabria, habría que situarlo junto a un castro ástur emplazado a orillas del
Rio Negro. Dicha área, durante el medievo, se encontraba bajo la jurisdicción
de los monjes del monasterio de San Martín de Castañeda, acometiéndose la
revitalización poblacional de esta comarca del Reina de León especialmente
durante los reinados de Alfonso VII (1126- 1157), y Alfonso IX (1188- 1230).
E templo en lo ornamental goza bastante
similitudes con la torre de la iglesia de Mombuey, y al igual que aquella
presenta a un animal (cabra en este caso) en una de las fachadas que centran la
atención inmediatamente del espectador. En torno a la carballesa cabra de Seja,
y como podía ser de otra forma, existen varias leyendas, de las cuales comparto
con vosotros la siguiente:
“Erase un pastor que tenía un hato de
cabras y una de ellas era muy inteligente, pero también muy “suldreira”
(caprichosa. Se desperdigaba acá y allá con su cabritillo, fuera del rebaño,
pastando por donde quería, sin hacer caso cuando el pastor le gritaba ¡buita,
buita! (voz del pastor para llamar a las cabras).
Estando en la “Bouza” (terreno de monte
para pasto) un atardecer y al ver que ya oscurecía, el cabritillo urgía a su
madre para tornar al rebaño:
-Madre “rucia” (color pardo claro)
vámonos, que vendrá´l llobu y comeravos.
-Pacisquemus, pacisquemus (pastemos), que
priesa nun la tenemos.
Pasó otro rato, ya casi no había claridad
y el cabritillo repitió inquieto su advertencia. Pero la cabra volvió a decir:
-Pacisquemus, pacisquemus (pastemos), que priesa nun la tenemos.
Siguieron pastando y tanto se demoraron
que apareció el lobo:
-Vos voy a cumere. ¿A cuál primeiro? ¿A
cuál?
Al ver la indecisión del lobo, dijo la
cabra suldreira:
-Compadre llobu, si me quieres cumere
reza por la mi alma una misa vana.
El lobo se arrodilló para empezar a
rezar, entonces cabra y cabritillo escaparon, triscando, hacia la borda
(cercado con zarzas y maleza espinosa para guardar el ganado).
Y dijo chasqueando el lobo:
-Desque soy llobu canu, un hei rezao
outra misa tan en vano.
Y decía la cabra, mientras corría como el
viento seguida de su hijito:
-Yo, desque soy cabra rucia, un hei
tenido outra más santa misa.
Contó la cabra su aventura al pastor,
éste al alcalde y aquel al cura. Sabida por todo el pueblo, hicieron esculpir
una imagen de la astuta cabra y la colocaron en lo alto del templo, para
advertencia de atrevidos, aviso de imprudentes y protección contra los lobos…”
NOTA: Algunas expresiones que figuran en
la leyenda, pertenecen a la fala sanabresa o pachueco, pertenecientes a la
lengua leonesa.
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