Antes de contaros esta Leyenda quisiera hacer mención a nuestro compañero Atilano, aunque no tiene nada que ver con esta leyenda pero me sirve para recordarlo y hacerle mención. El no es santo, ni obispo pero si es una gran persona, buen compañero, tenaz y luchador, dentro de la leyenda hay muchas cosas que se asemejan a nuestro compañero Atilano, Un fuerte abrazo.
LEYENDA DEL PEZ Y EL ANILLO DE SAN ATILANO
San Atilano es considerado el primer obispo de la diócesis de Zamora, durante los años 901 a 917. Es uno de los patronos de la ciudad situada en Castilla y León. Para conocer por qué fue importante para este lugar y qué hay detrás de su famoso anillo, debo descubrir su historia. Nació aproximadamente en el año 850 en Tarazona. Desde muy joven destacó por su constancia y su destreza , no solamente en diversos ámbitos del saber sino también en cuanto a armas se refiere. De un momento a otro, la religión se convirtió en una prioridad en su vida.
Por ese mismo motivo decidió viajar
hasta la comarca de Cabrera, que se encontraba en el Reino de León. Fue en este
lugar donde conoció personalmente a San Froilán. Los dos, años más tarde,
fueron investidos como obispos: Atilano de Zamora y Froilán de León, dos de los
rostros más conocidos de la religión de aquella época. A pesar de que la peste
azotó con fuerza a la población y la sequía destrozó gran parte de las
cosechas, Atilano estaba realmente orgulloso de su Diócesis. Ahora bien, debido
a esta situación social y a la territorial por las incursiones de los
musulmanes, quiso peregrinar a Tierra Santa para pedir por el bienestar de
Zamora.
Es entonces cuando, al salir de la
ciudad por el viejo puente romano, se dio cuenta de que llevaba algo muy
concreto que podría delatarle: Su anillo. Recordemos que quería viajar de
incógnito. Por ese mismo motivo, Atilano quiso tirar el anillo al río pensando en
que, si en algún momento regresaba a Zamora, lo recuperaría. Durante varios
años vivió con limosna, mientras pensaba en Dios y pedía por la ciudad. En una
de esas noches, a través de un sueño, escuchó una voz que le aseguraba que esas
oraciones fueron escuchadas. Además, también le hizo saber que podía regresar a
Zamora.
Si más dilación regresó al que
consideraba su hogar, al que tardó varios meses en llegar. Antes de entrar a la
ciudad quiso pasar la noche en un albergue situado cerca del Santo Sepulcro.
Los que cuidaban del lugar le consideraron como un peregrino más, por lo que le
pusieron como comida un pez que habían capturado ese mismo día del río Duero.
De esta manera, encontró el anillo que había arrojado años atrás en el interior
del Pez. A la misma vez, las campanas de Zamora comenzaron a sonar por sí solas
mientras que las ropas del peregrino, por arte prácticamente sobrenatural,
pasaron a ser atavíos episcopales.
El nombre de San Atilano comenzó a
coger fuerza con el paso de los años desde que fue canonizado por Urbano II.
Tanto es así que se fundó una ermita en su honor en este albergue que , años
más tarde, se convirtió en el cementerio de Zamora. Su día es el 5 de Octubre.
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