viernes, 13 de octubre de 2023

LAYENDA DE DOÑA MARÍA LA BRAVA

 

DOÑA MARÍA LA BRAVA



Ya estamos adentrándonos en Salamanca y quiero compartir una leyenda famosa que me llamó mucho la atención.

Salamanca siempre ha sido una ciudad de bandos, de antaño y de hogaño. En el S. XV, la ciudad estaba dividida en dos bandos, que cada dos por tres tenía fuertes enfrentamientos. De una parte, el bando de san Benito, compuesto por las familias Acebo, Pereira, Anaya, Figueroa, Ribas, Fonseca, Sotomayor, Gondínez, Maldonado, Hontiveros, Manzano, Paz y Nieto. Y, por otra parte. La facción de Santo Tomé, integrada por los Puertocarrero, Monroy, Valdés, Enríquez, Ovalle, Araújo, Varillas, Flores, Montesinos, Valdés, Miranda, Tejada, Villafuerte y Almaraz. Hasta el punto que la ciudad quedó dividida físicamente por la Plaza del Corrido, límite que nadie se aventuraba a cruzar, por lo que terminó convirtiéndose en tierra de nadie.



Un conflicto que solamente terminaría con la reconciliación que propició San Juan de Sahagún, que en septiembre de 1476 reunió a los bandos y consiguió que firmaran el Acta de la Concordia. Beatificado por el Papa Clemente VIII en 1868, sería nombrado patrón de Salamanca.

Dice la leyenda que Doña María Rodríguez de Monroy, que ha pasado a la historia como “La Brava”, era natural de salamanca, a una casa que todavía se conserva y que lleva el su nombre. No obstante, no tardaría mucho en quedar viuda y con dos hijos a su cargo: Luis y Pedro.

En uno de los habituales enfrentamientos entre ambos bandos, en esta ocasión por una disputa derivada en un juego de pelota, los hijos de Doña María serían asesinados por los hermanos Manzano. Del bando de San Benito. Después de esto y, para evitar represalias, los hermanos huyeron a Portugal y Doña María, que en aquellos momentos no se encontraba en la ciudad, regresó a Salamanca para dar sepultura a sus hijos.




Al no haber varones en la familia que pudieran vengar la muerte de Luis y Pedro, Doña María salió en busca de los asesinos, haciendo creer a todo el mundo que en realidad iba a pasar una temporada en Segovia para sobreponerse a la pérdida. Una vez fuera de la ciudad y habiéndose asegurado de que nadie la seguía, tomó dirección a Portugal, donde logró encontrar a los hermanos Manzano, a los que sus hombres dieron muerte y después los decapitó. A su regreso a Salamanca, se trajo las cabezas de ambos y las depositó sobre las tumbas de sus hijos, en la iglesia de Santo Tomé. No obstante, otras versiones de la historia cuentan que las mandó a clavar en la propia fachada de su casa. Fuera como fuera, lo cierto es que a partir de este momento pasaría a ser conocida como María La Brava.

Como es obvio, este acontecimiento dio lugar a más violencia y más enfrentamientos entre ambos bandos, hasta que intervino el padre Juan de Sahagún.



La Casa de María la Brava se encuentra situada en uno de los lados de la Plaza de los Bandos. Un edificio construido en el siglo XV que presenta los elementos arquitectónicos típicos de las casas nobles de la época, con escudos familiares sobre la balconada y portón con arco de medio punto, con grandes dovelas de cuyos salmeres nace una moldura que rodea los escudos, el balcón y la toza de piedra labrada de cardinas naturalistas que se encuentra sobre el balcón. El escudo principal se ubica en el centro y pertenece a los Enriquez de Sevilla. El de los Monroy se sitúa a la izquierda y el de los Maldonado a la derecha.



La casa cuenta con un espacio zaguán y una bandera y una escalera no muy grane que corresponden a las modificaciones realizadas durante el siglo XVII. Buena parte del siglo XX acogió las dependencias del Centro Farmacéutico Salmantino y en la actualidad se ha remozado para hacer un hotel. Sin embargo, no está abierto al público, por el que no es posible la entrada al interior de la vivienda.

Muy cerca se encuentra la Casa de los Manzano. Si entras por la calle de Espoz y Mina, a la izquierda de esta casa, una calleja nos lleva hasta la Plaza de la Libertad. A mano derecha se encuentra la Casa de los Manzano, ocupada actualmente por las dependencias del Oager. Es muy fácil reconocerla por las banderas de su fachada, propias de un organismo oficial. Es de estilo gótico y fue construida entre los siglos XV y XVI. La fachada presenta una puerta renacentista adintelada, recuadrada con un alfiz y un centrado balcón de balaustrada castellana.








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