SANTA COMPAÑA
Durante siglos, y aún
a día de hoy, la Santa Compaña se ha convertido en una de las leyendas más
extendidas de Galicia, con estrecha relación con el Camino de Santiago.
Avivando terrores de niños y por su puesto de caminantes y pastores durante la
noche, la también conocida como Procesión de la Ánimas se debate entre mito y
realidad.
¿Qué es la Santa
Compaña? Propia de Asturias y por supuesto en Galicia, la leyenda consta de la
aparición de una fila de encapuchados fantasmales cuya función no es otra que
visitar o poner en aviso de una futura defunción.
Conocida también como
Huespeda, Estadea, Compaña o Genti de Muerti, la Santa Compaña, su proveniencia
está arraigada a las leyendas europeas pertenecientes a la Edad Media. El ellas
se menciona la aparición de un grupo de muertos o almas perdidas ataviados con
ropajes de explorador, a lomos de caballos y acompañados por perros
rastreadores. Al igual que la procesión de las Almas, su acto de presencia era
sinónimo de la tragedias, tal y como indicaron varios autores a lo largo de los
siglos XI y XII en sus escritos.
Lejos de ser un
desfile de ánimas, la Santa Compaña conlleva un significado, un mensaje que
debe ser entendido por aquellos que, po desgracia, tienen la “fortuna” de
cruzarse con la Procesión. Aunque las personas que han sido testigos de su
aparición abundan, la leyenda por todos conocida destaca por el cómo y el qué,
siendo estás principales características responsables de insuflar respeto ante
la sola idea de cruzarnos con el desfile de espectros.
La Santa Compaña
aparece encabezada por una persona viva, un mortal que en sus manos lleva desde
una cruz, pasando por un caldero con agua según algunos testigos. Junto a este,
le siguen varios encapuchados en una perfecta fila que queda acompañada por
cánticos y rezos. Portando una vela, así como una pequeña campanilla, la Santa
Compaña dará el pistoletazo de salida a su marcha en plena noche, levantando a
su paso una densa niebla, viento y por supuesto olor a cera.
Seguramente ahora os
estaréis preguntando, “y esa persona para dirigir a la Procesión, ¿Quién es?”.
Según explica la leyenda, además de unos pocos elegidos que han presenciado el
fenómeno, el mortal que encabeza la hilera de ánimas moría pocos días después-
debido a un repentino agravamiento en su estado de salud- o bien traspasaba la
cruz al desafortunado testigo que se cruzaba con la Santa Compaña, siendo éste
el nuevo “cabecilla” de la Estadea.
Tranquilos, que en
caso de que os crucéis con las ánimas en algunos de vuestros periplos por el
Camino en la noche, escapar de ella tiene solución. Desde realizar un círculo e
introducirnos en él, pasando por tumbarnos boca a bajo en el suelo, rezar y la
vía más fácil…salir corriendo.
Entre los muchos
lugares en los que podemos cruzarnos con la Samta Compaña en una de las siempre
mágicas tierras gallegas, las Rías Baixas coruñesas son centro neurálgico para
darnos de bruces con lo desconocido.
Por todos es sabido
que Galicia es conocida por sus leyendas, siempre a medio camino entre la magia
y los cuentos; pero la Procesión de Ánimas se ha ganado a pulso el ser no sólo
posiblemente la historia que mayor pasión, y respeto, infunda en nuestro país;
sino también una de las que a más oídos ha llegado fuera de España.
Dicho lo cual, nos
encontramos con todo tipo de historias a lo largo y ancho de Galicia, pero es
especialmente en la zona mencionada líneas atrás, donde el fenómeno cobra mayor
importancia y protagonismo. Oviamente, el resto de enclaves de la comunidad
gallega son sensibles también a la aparición de la Estadea, pero sin duda las
Rías Baixas cosechan el mayor número de avistamientos de los espectros. A todo
ello hay que sumar dos noches claves que incrementan las posibilidades de
encuentro: San Juan (23 al 24 de junio) y Todos los Santos (31 de octubre al 1
de noviembre).
Asiduos o no al Camino
de Santiago, conoceréis los llamados Cruceiros; las famosas cruces que todo
peregrino encuentra durante la travesía en el viaje. Es este uno de los
elementos a tener en cuenta en la leyenda pues, a pesar de que hagáis un círculo,
recéis o corráis como alma que lleva el diablo… cualquier encuentro con la
Santa Compaña debe concluir en un Cruceiro. ¿El motivo? Uno de los diferentes
significados de este monumento pasa por proteger a los peregrinos que por
caprichos del destino ha puesto a la procesión de la Ánimas en su camino.
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