martes, 7 de noviembre de 2023

LA ROCA Y EL PERDÓN

 

LA ROCA Y EL PERDÓN

Cuentan que un día Buda estaba sentado en la ladera de una montaña, meditando y contemplando en serenidad el paisaje cuando un primo suyo, Devadatta, que le envidiaba, subió hasta lo alto de la montaña y lanzó desde allí una enorme roca con la intención de matarle. Sin embargo, Davadattta erró en su intento, y la pesada roca aterrizó con estrépito junto a Buda, interrumpiendo su meditación, pero sin hacerle daño.


Instantes después, el maestro siguió como si nada, sereno y mirando al horizonte.

Días después, Buda se encontró con su primo. Este, avergonzado, le preguntó:

- Maestro, ¿no estás enfadado?

- No, Claro que no- contesto él.

- ¿Por qué no lo estás? ¡Intenté matarte!

-Porque ni tú eres ya el mismo que arrojó la roca ni yo soy el mismo que estaba allí sentado.

Moraleja: “Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable”

Con esta fábula corta podemos reflexionar sobre:

El valor del perdón.

La relación entre el amor y el perdón.

La transitoriedad de las cosas.

La moraleja de esta fábula budista es realmente hermosa e inspiradora: el tiempo que pasa nos cambia constantemente y el amor hace que sanemos gracias al perdón…

Todo pasa: Sí, sufrimos. Muchas veces sufrimos por alguna pérdida, por alguien que nos hace daño, por aquel que nos envidia…Pero todo pasa, porque el tiempo hace que estemos en constante cambio.

Cambiamos a cada instante, Si sabemos ver esto, nos daremos cuenta de que hoy no somos los mismos de ayer, porque las experiencias vividas durante todo el día nos han modelado y nos han cambiado. Y mañana no seremos como hoy, porque habremos añadido nuevas vivencias a nuestra vida. Cambiamos constantemente.

El amor es como una tirita: Dicen que el tiempo lo cura todo. No es el tiempo, sino el amor. El amor es en realidad el antídoto que necesitamos para sanar y el perdón, la tirita que ayuda a cicatrizar una herida. Muchas veces la herida sigue ahí porque nunca llegamos a perdonar. Y por eso, no conseguimos que cicatrice. Sí, perdonar es necesario para cerrar heridas, pero para perdonar necesitamos amar.

“No es el tiempo quien lo cura todo, sino el amor”

 

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