EL ÁNGEL ESDRAS
El ángel Esdras, aún no estaba listo para bajar ala tierra, le
faltaba experiencia en muchas materias que se enseñan en el cielo, y luego se
imparten en el planeta que habitamos los humanos. Sin embargo, mucho antes de
lo que hubiera deseado, tuvo que emprender el viaje, una nube de algodón dorado
le esperaba. A Dios no le importa palabras vacías: ¡deja que mañana! O ¡espera
un rato! ¿Qué son milenios para la eternidad? Cumples y punto.
Inexperto, inseguro, tímido, pero con ansias de llevar a cabo la
misión que el Jefe le había encomendado, combatir la soledad – Había escuchado
a los mayores hablar de la soledad, pero no había prestado demasiada atención
para saber el verdadero significado.
-Esos temas no son para juguetones angelitos como yo Pero… ¿Qué
es eso?
¿Sería algo malo? ¿Algo bueno? ¿Una cosa? ¿Un Lugar? ¡Eso! ¡seguro
debía ser un lugar!, ¿Pero? ¡y si así era! ¿Dónde estaba?
Lamento no haber sabido escuchar a los mayores cuando hablaban
de temas que “los angelitos” no oímos. Si hubiera prestado atención ahora
sabría que es la soledad y no me estaría haciendo estas preguntas, mientras
viajo a toda pastilla en marcha novena.
-Ufff -casi me doy un piñazo con una estrella fugaz.
Si no había aprendido en el cielo, lo averiguaría en la tierra.
De dónde él venía, era difícil darse cuenta realmente de qué podía ser la
soledad. Imaginó entonces que era algo meramente humano y por eso, sólo entre
los seres humanos la podía encontrar. No se equivocó.
Sin embargo, seguía desorientado y sin saber demasiado por dónde
empezar la búsqueda. Supuso que observar a las personas sería un buen modo de
comienzo, no se equivocó.
Desde la copa de un árbol miraba los rostros de la gente, la
mayoría no parecía muy feliz. Y así durante días, pero se dio cuenta que no era
suficiente el mirar solo el rostro a las personas para saber ¿qué es la
soledad? -, entonces amplió su radio de acción: ¿escuchar y?
¡A escuchar se dispuso el angelito Esdras!
No tardó demasiado en enterarse que significa -la soledad-, Al
principio el inexperto ángel estaba confundido. Parecía ser un estado, otras
veces un sentimiento y hasta un lugar, si bien no se trataba de un lugar fijo,
mucha gente se había instalado en “ella”.
Tardó en entender que la persona podía estar sola, aun estando
acompañada de muchas gentes, también le costó comprender que ciertas personas
que no tenían a nadie cerca, no se sintiesen solos.
¿Dónde se alojaba la soledad de la gente? ¿En sus hogares? ¿En
sus mentes? Aunque esos lugares, podían parecer los correctos, y darle pistas,
no lo eran.
Siguió escuchando muy atentamente, y supo por fin que la
verdadera soledad se aloja en el alma de las personas. Entendió en ese momento
por qué la soledad no dependía de si las personas tenían a alguien a su lado o
no.
¿Cómo ayudar entonces? Un ángel no podía convertirse en un amigo
de juegos, ni en su hermano, no en su abuelito, ni yo sé cuántas cosas más.
Vamos a pensar: puedo echarles una mano, pero como no pueden
verme, oírme, esto me está causando dolor de cabeza o mejor ya me duelen las
alas.
El ángel Esdras se sintió confundido, temía fracasar en la
misión ¡ese descenso antes de tiempo! Ufff ¿Qué voy a hacer?
Dios nunca deja a nadie solo ante situaciones que no comprende,
da pistas, que hay que saber interpretarlas, y Esdras que siempre observaba,
supo captar los mensajitos de Dios, por lo cual no le hizo falta subir
nuevamente al cielo, para saber lo que el Señor esperaba de él.
En lo más profundo de su corazón supo que si su misión era,
paliar la soledad de los seres humanos.
Esdras me puso Dios, confió en mí aun siendo inexperto, por lo
cual sabré llevar la misión a feliz puerto.
Como ya había visto, que la soledad más profunda se alojaba en
el alma de las personas, allí es donde debía actuar.
Y fue así, como Esdras fue colocando un sueño en cada persona
que realmente estaba sola.
Un sueño, acompaña, motiva, ilusiona, llena de esperanzas los
corazones vacíos. Colocaba diferentes tipos de sueños, grandes, pequeños,
pretenciosos, humildes…
El ángel que ya no era tan inexperto, ni tan inseguro, supo que
los humanos también tienen problemas para soñar, y cuánto más adultos se hacen,
el problema se agranda.
-Es muy difícil vivir en este planeta, ¡y la gente no quiere
venir al cielo! ¡bobos!, ¡bobos! Sí se está la mar de bien.
Y aquellas personas a las que el ángel ayudó, ¡que fueron
muchas!, ¡muchas!, albergaron un sueño en su corazón, y su alma ya no estuvo
vacía ni se sintió sola ¡nunca jamás! Aún mejor, la gran mayoría de esos nuevos
soñadores fueron capaces de conectarse con otros y sintieron así una felicidad
mayor, la de compartir un sueño, y en ellos, la soledad fue sólo un recuerdo
lejano.
El ángel, que no tenía compañía ninguna en la tierra, y que
había cumplido la misión para la que fue destinado a un Planeta lejano del
Cielo, no quiso regresar, deseó experimentar que puede ser la soledad para un
ángel, ¡era su gran desafío!
¡Ahhhh! Dios se frotaba las manos de contento, al ver lo
inteligente que resultó ser Esdras.
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