sábado, 11 de noviembre de 2023

EL BOTE VACÍO

 

EL BOTE VACÍO

Un monje al que le gustaba meditar en silencio, decidió un día subirse a un bote y remar hasta el centro de un lago. Allí estaría mucho más tranquilo y podría meditar mejor. Ya estaba en el centro del lago y cerró los ojos. ¡Qué paz se respiraba!

Pero de pronto, cuando estaba en la fase más profunda de sus reflexiones, algo golpeó su barca y le desconcentró. Le molestó tanto que pensó:

- “En cuanto abra los ojos, se va a enterar la persona que me golpeó”.

Estaba tan furioso… Sin embargo, al abrir los ojos, solo vio una barca vacía, que seguramente arrastró el viento a la deriva hacia allí. Entonces se dio cuenta de que la ira no venía del exterior, sino que residía en él.


- “Cada vez que me enoje con alguien -pensó- recordaré que ese enfado está dentro de mí”.

La ira está dentro de nosotros, aunque pensemos que el culpable está fuera…

La paz interior que algo externo perturbó hace que pienses que ese algo es el culpable: Tal vez pienses que existe un culpable para la ira, que algo hizo que te enojaras y que es precisamente el culpable de que te sientas así. Pero en realidad eres tú quien escogió la ira como forma de expresión de tu turbación. Las emociones nacen dentro de nosotros, y debemos ser capaces de controlarlas. ¿Por qué enfadarnos con alguien si es una emoción que creamos nosotros mismos?


Tú eliges cómo canalizar esa emoción: Es natural sentir enfado. ¿Cómo no enfadarnos cuando estamos concentrados en algo y de pronto por causas externas perdemos la concentración? Sin embargo, está en nuestras manos decidir cómo gestionar ese contratiempo. Podemos enfadarnos en un primer momento, pero pensar… “no pasa nada, son cosas que pasan” o bien intentar “castigar” a quien pensamos que originó nuestro enfado (de forma injusta)



 

 

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