miércoles, 16 de marzo de 2022


 

Los hermanos enfadados


Había una vez dos hermanos que eran estupendos amigos y siempre jugaban juntos. Pero un día tuvieron una discusión tan grande por una de sus juguetes, que a partir de aquel día cada uno jugaría con sus cosas.

Como tenían tantas cosas y tantos juguetes, se pusieron de acuerdo para dedicar el día siguiente a aclarar de quién era cada cosa, Así lo hicieron, haciendo cada uno un montón con sus cosas, pero cuando cavaron con os juguetes grandes, tocaron los juguetes pequeños, y como no les daba tiempo, lo dejaron para el día siguiente, Y al día siguiente sucedió lo mismo, porque empezaron a repartirse los lugares de la casa. Y lo mismo ocurrió un día tras otro, así que todo el tiempo a andaban enfadados diciendo que tenían derecho a usar cada cosa que veían, ya fuera un animal, un árbol o incluso una piedra. Al final, habían acumulado dos verdaderas montañas de cosas ante sus casas.

Con el paso de los años, no cambió nada: cada mañana se juntaban para dividirse en mundo entre discusiones. Así se fueron pasando viejecitos, y todo el mundo los conocía como los viejos gruñones, porque siempre andaban enfadados y protestando, y nadie los había visto nunca sonreír.

Hasta que una mañana se encontraron todas sus cosas totalmente mezcladas. ¡Alguien había estado en sus montañas de cosas y lo habían mezclado todo! ¡con lo que había costado separarlo! Enfadadísimos, se pusieron a buscar a los culpables, y no tardaron en encontrar un par de niños jugando entre las montañas e cosas. Ambos estaban jugando juntos, tocándolo todo, sin importarles si mezclaban las cosas o no. Y se veían realmente felices, disfrutando a lo grande.

Fue entonces, muchos, muchos años después, cuando los dos viejos gruñones se dieron cuenta de la tontería que habían hecho: ¡habían dejado de jugar toda la vida sólo para ver con qué iban a jugar! Y se sintieron muy tristes, por haber dejado pasar su vida enfadados y sin jugar; pero a la vez estaban contentos, porque se habían dado cuenta, y dedicaron ese día y todos los que les quedaron a jugar junto a aquellos dos niños, mezclándolo todo y compartiendo todo. Y hasta dejaron de llamarles gruñones, para llamarles los locos juguetones.

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