¡Ayúdame!
Huyendo del acelerado ritmo de vida de
la gran ciudad, una pareja decidió trasladarse con sus dos hijos a una casita
de campo, la cual se encontraba muy cerca del pueblo donde habían nacido. La
casa había estado deshabitada durante muchos años y necesitaba algunos
arreglos, pero el reducido precio terminó de convencerles.
Los hijos, un niño de 10 y una niña de
6, se instalaron cada uno en una habitación y estaban felices por poder
disponer de su propio espacio. Sin embargo, algo muy extraño sucedió durante la
primera noche. Mientras todos dormían, la niña salió de su cama y se detuvo en
una de las esquinas de la habitación. Comenzó a arañar la pared de madera
mientras susurraba repetidamente: «¡Ayúdame!».
La pequeña Elisa ya había sufrido algún
episodio de sonambulismo con anterioridad, por lo que los padres no se
preocuparon en un primer momento. Como medida de precaución decidieron que los
niños durmieran en la misma habitación.
A partir de entonces, Elisa empezó a
levantarse todas las noches, después de que su hermano conciliara el sueño. Se
dirigía al otro dormitorio y arañaba la misma pared mientras repetía:
«¡Ayúdame!». Aparte de este comportamiento obsesivo, la niña se volvió muy
retraída y siempre estaba triste.
Tras preguntar en el pueblo, los padres
descubrieron que en la casa habían vivido un hombre y su hija. Al parecer, la
niña se había perdido en el bosque y su padre se suicidó poco después.
Preocupados y asustados, los padres de
Elisa tomaron la decisión de retirar algunos de los paneles de madera que
cubrían la pared y que su hija arañaba. Detrás de ellos encontraron un pequeño
esqueleto con las manos atadas.
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