miércoles, 16 de marzo de 2022


 

El dulce terror de Halloween


Estaban todas las fiestas del año reunidas en secreto: querían darle una gran sorpresa a su buena amiga la fiesta de Halloween. La idea se le había ocurrido a la hermana melliza de Halloween, la fiesta de Todos los Santos, y todas las demás fiestas excepto Año Nuevo, el hermanito de la Navidad, que aún era pequeño, habían ayudado a preparar la sorpresa durante semanas. Por supuesto, habían tenido muy en cuenta los gustos de su amiga, y habían decorado el lugar con murciélagos, calabazas, telas de araña y esqueletos. Sin olvidar la gran montaña de dulces, claro.

Ya era de noche. Hacía un poco de frio y había mucha niebla, y todos esperaban que Halloween llegara en cualquier momento. De pronto, se abrió la puerta de golpe y Hallween entró corriendo, aterrorizada. Nadie pudo reaccionar, no parecía ser un buen momento para celebrar nada.

-¡Me quiere comer!¡Hay algo ahí fuera que me ha intentado comermeeeee!

Halloween, la más valiente de todas las fiestas, amiga de los monstruos más horribles, estaba muerta de miedo.

-¿Podéis creerlo? Iba gritando: ¡Te voy a pillar, ojo, ojo que te cojo! No tenía ningún miedo de mi ¡que soy la reina del miedo y los sustos. Qué ser tan horrible, que no saben ni lo que son el miedo y el respeto- dijo enfadada y asustada.

Sus amigas, miedosas todas ellas, la rodearon pensando qué podían hacer. Siempre que tenían miedo acudían a Halloween, pero ahora, ¿quién podría ayudarlas?

Tan agobiadas estaban que se olvidaron de vigilar al travieso Año Nuevo, y este aprovecho el revuelo para salir a la calle. Fue entonces cuando Halloween lo vio a través de la ventana.

-¿Oh, no! Ese ser horrible ha atrapado a Año Nuevo y lo está aplastando con sus brazos ¿qué vamos a hacer ahora?

En ese momento había algo más de luz y se le podía ver mejor: tenía una gran barriga, propia de alguien capaz de comerse a Halloween de un bocado, y el traje entero era de color de la sangre, normal para quien pasaba el día comiendo gente. Además, ocultaba su cara tras un montón de pelo, y llevaba un saco gigantesco, donde posiblemente escondiera a toda la gente que aún no había podido comerse….

-Tío, ¡qué alegría? -gritó entonces Navidad, al tiempo que corría a la calle para….¡echarse en brazos del terrible ser!

Desde dentro Halloween escuchó grandes risotadas y, poco después, Navidad y Año Nuevo entraban en la casa acompañando al terrible ser:

-Halloween, te presento a nuestro tío Santa Claus. Está muy gordo porque come pastas en todas las casas del mundo, pero nunca se ha comido a nadie. Viste de rojo para que le reconozca, su barba es enorme porque es muy viejo, y su saco….su saco es lo mejor de todo porque….¡está lleno de regalos para tu fiesta!

Halloween aún o lo veía muy claro.

-¿Y entonces por qué gritaba “te voy a pillar, ojo, ojo que te cojo”?

-ja, ja, ja- rió el señor gordo de rojo- lo que yo digo es “Feliz Navidad, jou, jou, jou”. ¿Te has limpiado bien los oídos, o el gorro no te dejaba escuchar? ¡ja, ja, ja!

Halloween respiró aliviada y todos rieron. Luego Navidad se acercó cariñosamente y le dijo al oído:

-¿Ves? al final es lo que tú siempre nos dices: que las cosas que más miedo dan, solo están en nuestra imaginación. 

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