miércoles, 27 de septiembre de 2023

PIEDRAESCRITA BAENA

 

LAGARES DE LEYENDA:

IPOBONA, BAENA, Y LA PIEDRAESCRITA

Estatua de Livia

Un amor imposible.

Cuenta nuestro autor que una inscripción mortuoria de veinte siglos de historia pone fecha a este relato de la antigua “Iponombia” romana, Iponoba es el nombre de una ciudad ibero-romana de la Bética asentada en el actual cerro del Minguillar, en el término municipal de Baena. Era tiempos del emperador Octavio cuando una joven patricia, Livia, de celebrada belleza crecía en este sitio del cerro del Minguillar. De sangre noble, pero de poca fortuna en bienes, pasó los mejores años de su vida siendo importunada por multitud de rendidos pretendientes.

Sin embargo, y pese a beneficio que reportaría un buen matrimonio, Libia nunca presentó sus favores. Guardaba con celo un secreto que su sangre le impedía confesar; estaba enamorada de un esclavo, Tito. Su amor le hacía libre, pero llevaba consigo su deshonra. Soñó hacerle libre, pero, como en Lázaro y el noble, era pobre a pesar de su linaje. Su empeño fue en vano.

Sin embargo, no cejó en su empeño y “marchita ya su belleza” renunció a su nobleza y “esposa fue del esclavo”

La fuente de la piedra escrita

Un doloroso error.

Pronto lloró arrepentida. Pues su matrimonio la hacia de por vida y esclavos a su descendencia. Pero lo peor estaba por llegar; el señor le hizo saber que tomaría el lecho conyugal a su antojo pese a que la ley la protegiera. “Invocó la ley en vano; el legislador romano tan inocuas las hacía, que el siervo allí no tenía ni la condición de humano”.

No obstante, la suerte estaba echada para nuestra íntegra protagonista. No se sometería a ese horror, ni permitiría tal Ultraje. “Quiso morir con valor antes que mancha afrentosa cayera sobre su honor”.

Tres siglos de la Piedra Escrita


Y así lo hizo, al llegar la noche e irse a la cama Tito, tomo un puñal y se hirió en el pecho al tiempo que exclamaba
¡Muera Livia y muera honrada!

Tito, al verla morir la besó y dijo: “¿por qué sufrir si así la libertad se alcanza?”.

Entonces tomó el puñal con el que su esposa se había dado muerte, “Tu suerte, es mi suerte”

Así, el pueblo conmovido por su historia les dio un único entierro. Fue tan respetada la sepultura que “aún vemos al pie del cerro, en viva peña esculpido, un letrero singular que sus nombres acredita; y hoy el lugar se llaman: La Piedra Escrita y el Cerro del Minguillar”

Cerro del Minguillar


(F. Valverde, 1900)

 

 

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