LEYENDA DE LOS HERMANOS CARVAJALES DE MARTOS - JAÉN
LOS
HERMANOS CARAVAJALES Y LA CRUZ DEL LLORO
En el año 1332, con La Reconquista como fondo histórico de esta historia, el rey Fernando IV se encontraba a sus 26 años en Palencia tras haber tenido un increíble éxito en la toma de Gibraltar y con sus tropas en el municipio jienense de Alcaudete listas para la batalla inminente. Durante su estancia en Palencia recibió una noticia desgarradora: su querido amigo y mano derecha, el caballero Don Juan de Benavides, había sido asesinado. La noticia conmocionó al rey e hizo que entrara en cólera y quisiera encontrar al asesino de Don Juan a toda costa. A sus oídos llegó que las sospechas amputaban a dos hombres conocidos como Los Carvajales.
Los
hermanos Carvajales, Juan Alfonso de Carvajal y Pedro Alfonso de Carvajal, eran
dos caballeros de la Orden de Calatrava que residían en Martos y eran queridos
por muchos de este pueblo. A pesar de ser muy queridos y respetados, a veces es
inevitable tener enemigos y se cree que esto podría ser la causa de su trágico
final. De hecho, las acusaciones de asesinato se han calificado como falsas, y
se sospecha que todo fue orquestado como un intento de venganza en una
rivalidad personal.
Un
día el rey al pasar por Jaén para ir a alguna de sus batallas, pasó por Martos,
donde encontró a estos dos caballeros que fueron arrestados.
Fueron
conducidos a lo alto de la Peña de Martos, esta es una montaña de piedra donde
está situado el castillo. Allí fueron juzgados por el rey Fernando IV de
Castilla y este los condenó a morir de una forma cruel, serían encarcelados en
una jaula con púas de hierro en su interior y tirados montaña abajo en dicha
jaula.
Los
hermanos Carvajales reiteraban una y otra vez que eran inocentes, pero el rey
hizo caso omiso a sus súplicas y mantuvo firme su sentencia. Al ver que sus
ruegos no surtían ningún efecto decidieron afrontar con dignidad la sentencia,
no sin antes lanzar una advertencia al rey. De esta forma emplazaron al rey a
asistir junto a ellos ante el tribunal supremo de Dios, a los treinta días
fijos desde aquella matanza.
Hecha
la ejecución el día 7 de agosto de 1312, el rey se marchó a la batalla de
Alcaudete, donde cayó enfermo, y fue llevado a su castillo de Jaén. Allí murió
el 7 de septiembre de 1312, justo el día en que vencía el plazo de los treinta
días fijados por los hermanos Carvajales, para reunirse con ellos ente Dios. Es
por eso que Fernando IV de Castilla fue llamado “El Emplazado”.
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