La amistad es el tesoro de más valor en la vida de una persona.
Por ello, debemos cuidarla, cultivarla, alimentarla y defenderla para que siga
creciendo. De eso trata este bonito cuento de Una Navidad en el bosque. Léelo a
tus hijos y transmíteles el bonito mensaje que existe en este cuento navideño.
Los cuentos de Navidad largos son una buena herramienta para educar y explicar
a los niños sobre el verdadero sentido y espíritu de la Navidad.
Navidad en el bosque - Cuento navideño para niños sobre el
egoísmo y la envidia
Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso y
colorido bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de
las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno
al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más
esperadas de la temporada.
Todas las actividades que realizaban en aquella época tenían
como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión.
El concurso de cocina navideña, organizado por la Señora
Ardilla, hacía las delicias de los más comilones. Los más pequeños participaban
en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían
cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, encargada del coro que alegraba
con sus villancicos todos los rincones del bosque.
Y, por supuesto, estaba lo mejor noche de todas: la Nochebuena,
en la que se representaba una obra de teatro que tenía como tema central la
amistad. El Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una
pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los
elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero
ese año:
- Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad,
dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la
elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de
gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más demora demos un
aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra ganadora 'Salvemos el bosque'.
- Gracias, gracias, es un honor para mí, exclamaba Conejo entre
aplausos.
- Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez daremos comienzo a
las pruebas de selección. Rogamos puntualidad a los interesados, concluyó el
Sr. Búho.
Al día siguiente, a la hora convenida, comenzó la selección. Al
ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile,
pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un
guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con
cortar un Árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino.
En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque
contaba la inestimable ayuda de un girasol y de un lirio que ponían su astucia
al servicio de la noble causa. Tras varias horas, los papeles quedaron
repartidos de la siguiente manera: el Sr. Oso haría de guardabosques, Castor
sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol, y la Sra. Lince,
al lirio.
Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban
contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones,
hasta que hizo su aparición el peor de los fantasmas: la envidia.
- Sr. Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de
protagonismo. El leñador está lleno de matices y podríamos crear unos
espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto, dijo el
Sr. Búho en uno de los ensayos.
- Sí, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle
más peso a Castor. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que
aparezca y realzar su papel.
Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy
ilusionado con la obra navideña, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a
Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el
protagonista absoluto, y eso no le gustó nada.
El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar,
daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta
de lo que estaba pasando, estuvo muy arisco.
Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de
conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra.
Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes. La tensión en el
escenario se podía cortar y el desastre no se hizo esperar, y durante el ensayo
de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para
interpretar el número final comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío
que parte del decorado se rompió.
- Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? - preguntó Conejo
encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los
que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para
Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se
acabó el ensayo por hoy. Conejo estaba rabioso, no entendía nada. Pero ¿cómo
podían pelearse por una cosa así?
Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos
de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de
luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se
congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho.
- Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se
ha ido, sentenció Búho.
- ¿Y cómo podemos hacer que vuelva? preguntó asustada la Sra.
Ardilla.
- Nos vamos a quedar sin Navidad, se oyó decir a un lobezno.
- Hoy es un día muy triste. La envidia ha desatado unas
reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han
dejado de lucir y la obra de teatro peligra.
Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir
porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser
valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió
a salir.
- Lo siento mucho. Si hay algún culpable, ése soy yo. Me cegó la
envidia. ¿Qué puedo hacer para enmendar mi error?
- No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo
también he contribuido con mi mal comportamiento. Si sirve de algo yo también
lo siento, se lamentó Castor.
- Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu
amistad que un trozo de tela, exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra.
Pata.
- Mirad, ¡está nevando! gritó con entusiasmo una voz.
- Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas.
¡El espíritu de la Navidad ha vuelto!, se oyó.
Ese año, la Navidad se vivió con mucha intensidad en el bosque,
al fin y al cabo, estuvieron a punto de perderla para siempre. Habían aprendido
la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy
negativos que no se podían controlar.
Así que para que no se les olvidará nunca construyeron una gran
placa de madera que colgaron del Gran Árbol. En ella se podía leer la siguiente
inscripción: "El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo
todos los días y crecerá".
Cuento enviado por Helena López-Casares Pertusa - España
Precioso!!!
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