lunes, 25 de diciembre de 2023

TE SIENTO CERCA

 

RELATO CORTO DE NAVIDAD

Los que se han ido están siempre con nosotros y también lo estarán en esta Navidad que estamos. Para estas fechas, da la impresión que las ausencias de los seres amados se sienten con más fuerza. Será muy bueno y sanador para nuestra alma, pensarlo desde otro punto de vista.

Ese vacío debe sentirse sólo en una silla que ya no se ocupa, un plato menos en la mesa, una copa menos a colocar. Quien se fue, no nos ha abandonado, al contrario, sigue a nuestro lado. Su alma no ha muerto y es, a través del alma que creamos nuestros vínculos.

El amor nos acompaña a cada paso, en cada momento de nuestra vida, porque vive en nuestro corazón y de allí no se mueve. Es duro saber que esa persona no compartirá la mesa navideña, la presencia física se extraña, su risa, su voz, sus palabras.

Si aprendemos a ver las cosas con los ojos del corazón, podremos transitar mejor esta época del año que, si bien es hermosa, parece hacernos sentir que las ausencias pesan más. Tratemos que lo que más se sienta en esta Navidad, no sea su ausencia, sino su recuerdo.

Intentemos que se agrande, que nos acompañe en los preparativos, que tenga un lugar en la mesa para el cual no es necesario una silla. Las personas que se han ido, sólo mueren si nadie las recuerda. Nadie puede quitarnos el dolor de perder a un ser amado, pero éste dolor puede mermar si de corazón sentimos que su alma sigue a nuestro lado y si hacemos que su recuerdo siga vivo.

Por eso, ésta y todas las Navidades que vengan, a todas las personas que sólo físicamente nos han dejado, hagámosles más que nunca un lugar en nuestro corazón. Invitémosla a la fiesta del alma y también ¿por qué no?, alcemos una copa por ellas.

TE SIENTO CERCA

Era Nochebuena y se reunía toda la familia como cada año cada o alrededor de la mesa. En la cocina se papaba el ajetreo. María se afanaba para que todo estuviera en el punto exacto como siempre había hecho su madre. Este año su madre no estaba y un cáncer tenía la culpa desde hacía nueve meses. Era la primera Navidad sin ese “alma mater”. María había decidido coger el relevo. En cierto modo era su forma de recordarla, de emularle y recoger su legado en forma de recetas de cocina sabiamente susurradas. Ahora esas recetas cobraban sentido y encontraban ese lugar remoto en su vívida memoria.

Se respiraba un sentimiento agridulce. Por un lado, añoraba profundamente su presencia, su olor su voz, su risa. Esa sensación le entristecía y le empujaba a llorar por dentro. Pero por otro lado y de forma casi mágica la figura de su madre vivía fuertemente en su mente, como si no hubiera muerto. Esa fuerza de la memoria le ayudó para que la cena fuera un éxito. Entendió que a su madre le haría feliz y se sentiría orgullosa de ella. Desde dónde estuviera. Ese sentimiento le llenaba de una cierta alegría y le hacía sonreír.

Los niños correteaban por la casa y jugaban ajenos a aquellos sentimientos encontrados de la noche. Los demás charlaban de tema intrascendentes o miraban distraídamente el televisor, esperando el pistoletazo de salida para sentarse en la mesa y celebrar la Nochebuena.

Había buena materia prima en forma de entrantes: buen jamón, queso curado, gambas y variados canapés. María tras dejarlo todo en orden, acabó de arreglarse y tras un largo suspiro ejerció de digna anfitriona. Nadie osó a sentase en la silla del alma ausente. María optó por hacerlo con decisión, con orgullo, honrando su memoria. Los demás comensales se sintieron aliviados. La velada a partir de ahí continuó.

Primer plato. Segundo plato. Postres. Café. Turrones y polvorones. Faltaba cantar villancicos. El alma ausente los cataba muy bien y alegraba a todos la cena con pandereta incluida. En el ambiente se cocía una conspiración silenciosa. No se hablaba de ella para mitigar el dolor de los que sabían que ya no volvería.

Otra vez María. Rompió el hielo. Con la copa de cava en la mano propuso un brindis por su madre: “Brindemos por mamá. Por esa mujer gigante que luchó lo indecible por vernos crecer. Por su bondad, por su dulzura y por su generosidad. Porque sé que le gustaría vernos así: felices, recordándola. Quiero que se sienta orgullosa de nosotros. Gracias mamá por todo lo que nos has dado”.

A partir de ahí todos hablaron de ella y su ausencia se hizo menos ausencia.

María cogió su copa de cava, se levantó y salió al balcón, miró hacia el celo estrellado, levantó la copa y en su pensamiento dijo “gracias mamá por estar ahí”, en ese mismo instante se cruzó una estrella fugaz y ella lanzó un beso al aire.

Fin.

La Navidad no es tiempo de felicidad para todos. Hay personas que sufren mucho en estas fechas y desean que estos días pasen rápido. Este relato lo dedico mi mujer y mis cuñadas y toda la familia por la pérdida de mi suegro que ha dejado un vacío muy importante en nuestra familia y en nuestros corazones, también a todas aquellas familias que han perdido un ser querido y que esta primera Navidad puede resultarles dura y triste. Deseo sinceramente que encuentren la forma de afrontar ese duelo inevitable.

 Juanfer


martes, 19 de diciembre de 2023

LA SOMBRA

 

Hans Christian Andersen fue muy popular por sus cuentos infantiles. Sin embargo, también escribió sobrecogedores relatos destinados a un público más adulto. En esta ocasión, puedes leer una versión de su relato ‘La sombra’, un cuento para adolescentes y adultos sobre la pérdida de la identidad y las luchas internas.

Un angustioso cuento para adolescentes y adultos sobre la pérdida de la identidad:

LA SOMBRA

Un hombre, joven pero muy sabio, decidió pasar un tiempo en un país cálido, ya que él vivía en una región muy fría y estaba deseando vivir días más largos y soleados.

Una vez que llegó al país cálido, en donde las personas son de color caoba o incluso negras, comprendió que durante el día apenas se podía hacer vida, ya que el calor era sofocante. En cuanto el sol se ponía y salían las estrellas, las calles se llenaban de bullicio.

Así que, el sabio, pasaba mucho tiempo durante el día en su habitación, observando el balcón que tenía enfrente y jugando con su propia sombra, que evidentemente, se movía al tiempo que él lo hacía. Cuando él se estiraba, la sombra se alargaba hasta casi tocar el techo; y cuando él se sentaba, la sombra, cuya luz de las bombillas tenía detrás, se dirigía hacia delante hasta casi rozar el balcón de hermosas flores que cada día observaba el extranjero.

El hombre, aburrido de pasar tanto tiempo allí solo, comenzó a hablar con su propia sombra.

– Ay, si al menos tú pudieras mirar qué hay dentro de esa casa...

Al joven sabio le llamaba mucho la atención ese balcón cuya puerta siempre estaba semi abierta. Las flores eran delicadas y hermosas y bien cuidadas, pero nunca había conseguido ver a nadie. ¿Quién viviría allí? Por más que había preguntado, nadie parecía tener la respuesta. De hecho, a esa vivienda no se podía acceder de ninguna forma, ya que debajo solo había tiendas y no había ningún portal. Desde luego, era un misterio...

Una noche, el sabio se había quedado medio dormido, cuando de pronto, al abrir los ojos, observó una intensa luz que venía del balcón de enfrente. Al incorporarse y mirar mejor, le pareció ver a una hermosa mujer resplandeciente. Una inmensa luz lo cubría todo: las flores, el balcón y la bella y misteriosa dama. Pero al intentar acercarse más, la escena desapareció, y el hombre, desesperado, se dirigió a su sombra, quien rozaba el balcón al tener las luces detrás el sabio, y le dijo:

– Eh, sombra, ¿por qué no te cuelas en la casa de enfrente y luego me cuentas qué hay dentro?

Y le hizo una señal para que se atreviera a ir. Entonces, el hombre se dio la vuelta para irse a dormir, y no se dio cuenta de que detrás suyo, la sombra se acababa de desligar para irse a la casa misteriosa.

A la mañana siguiente, el sabio se dio cuenta de que ya no tenía sombra. Bajó a la calle y miró atónito a todas partes. ¡No estaba por ningún lado! Entonces cayó en una honda depresión:

– ¿Cómo voy a regresar a mi país sin sombra? ¡Se burlarán de mí! 

Los días pasaron, y su sombra no daba señales por ningún lado, pero al octavo día, comenzó a nacer una sombra nueva. Al principio era muy pequeña. Sin embargo, al cabo de tres semanas, ya era una sombra bastante decente.

– Menos mal- dijo entonces el sabio- Debe ser que la raíz aún la tenía dentro.

El sabio regresó entonces a su país frío y comenzó a escribir historias llenas de sentimientos, que, sin embargo, no tenían mucho éxito.

Pasaron los años y un día, de repente, alguien llamó a su puerta. Al abrir, se encontró cara a cara con un hombre delgado, muy elegantemente vestido y con pose de sabio.

– Buenos días- dijo el hombre- Han pasado muchos años, pero tal vez haciendo memoria, consiga recordarme. Soy su sombra.

El sabio no podía creerlo: ¡era la sombra que perdió en el país cálido! Pero... ¡si era humana!

– Sí, sé lo que estará pensando- continuó hablando ella- Soy humano, tan humano como usted. Una vez que me indicó el camino y me dio la señal para decirme que ya estaba preparado para vivir mi propia vida, todo cambió por completo.

– Pero... – dijo dubitativo el sabio- ¿Conseguiste entrar en aquella casa? ¿Qué pasó? ¿Qué viste?

– Sí que lo hice, por supuesto, y lo vi todo. Absolutamente todo. Pero, ya veo que tiene una sombra nueva. Oh, no me ofende, por el contrario, me enorgullece pensar que yo ya no soy una sombra. Sentémonos y le contaré todo.

– Sí, cuénteme, ¿quién vivía en esa casa?

– En aquella casa, viejo amigo, vivía... ¡La poesía! 

– ¡La poesía! - repitió el sabio totalmente deslumbrado.

– Sí, la poesía misma, con toda su sabiduría, su turbulencia emocional, sus secretos... Lo aprendí todo de ella: lo que los humanos saben y lo que ignoran, lo que pueden ver con sus ojos y lo que jamás podrán contemplar. Gracias a ella me hice humano, y luego solo tuve que conseguir un traje para darme una apariencia más respetable.

– Vaya, pues me alegro mucho de que te haya ido también. A mí, sin embargo, no me va como a ti... por más que escribo interesantes historias, no las lee nadie...

La sombra hizo como que lo sentía, y siguió hablando:

– Verás, por ser tú mi antiguo amo, tengo contigo una honda gratitud. Al fin y al cabo, viví muchos años pegado a ti y aprendí mucho. Pero tengo un problema: no tengo sombra. Necesito una y he pensado que tal vez podrías acompañarme.

– ¿Cómo dices? - respondió sorprendido el sabio.

– Sí, puesto que estamos hechos el uno para el otro y ahora soy yo el más sabio, creo que podríamos formar un buen equipo...

– ¡Me estás insultando! ¡Yo no puedo ser tu sombra! ¡Tú eres la sombra! - dijo entonces enojado el sabio.

– Bien, igual no me expliqué bien, pero te daré un tiempo para que lo pienses. Y diciendo esto, la sombra se despidió del sabio.

Al cabo de unos meses, regresó. El sabio estaba realmente hundido y adeudado.

– Veo que las cosas no mejoraron para ti- le dijo la sombra al sabio-. A mí sin embargo me van mucho mejor. Te veo desmejorado. Y mira, estaba pensando en ir a un balneario... sería un buen sitio para que te repusieras un poco. ¿Qué tal si vienes conmigo? Vendrías con todos los gastos pagados, por supuesto, ya que estarías pegado a mí como una sombra. Solo tienes que ir a donde yo vaya y colocarte detrás de mí. Y otra cosa: creo que no estaría bien que me tutearas. Al fin y al cabo, yo sería el señor. Te ruego que a partir de ahora me llames de usted.

El sabio estaba tan débil, que decidió aceptar la oferta.

Una vez en el balneario, el sabio comenzó a actuar como la sombra de su antigua sombra. De forma discreta, los acompañaba a todas partes. Siempre detrás, tal y como le dijo la antigua sombra.

En el balneario también pasaba unos días una princesa que se fijó en la sombra. Un día se acercó a ella y le dijo:

– Yo creo que sé por qué has venido al balneario... ¡No tienes sombra!

– ¿Cómo qué no? - dijo entonces la sombra- Sí la tengo, pero como soy especial, mi sombra también lo es. Es casi tan sabia como yo, y está allá sentada, esperando a que salga del agua- y la sombra señaló al sabio, que permanecía sentado cerca de él.

– ¿Tan sabio, dices? No sé- dijo la princesa- Pues te pondré a prueba.

Y la joven empezó a hacerle difíciles preguntas. Una de ellas no era capaz de responderla, pero sabía que su anterior amo seguramente la sabría, así que le dijo a la princesa:

– Fíjate si es sabia también mi sombra que contestará esta pregunta por mí.

Y diciendo esto, llamó al sabio y efectivamente, éste logró acertar la respuesta. La princesa quedó maravillada por la sombra. Se enamoró hasta el punto de proponerle matrimonio. La sombra no quiso decir nada a su antiguo amo hasta que viajaron y llegaron al palacio. Entonces le dijo:

– Verás, mañana me casaré con la princesa. A partir de ahora serás mi sombra también en el palacio. Podrás vivir aquí con todos nosotros.

– ¿Cómo dices? - gritó exaltado el sabio- ¿Ser tu sombra para siempre? ¡Claro que no! ¿Estás loco?

– No grites- le dijo la sombra- o tendré que llamar a los guardias. ¿A quién piensas que creerán?

– ¡No pienso ceder! ¡Yo no soy tu sombra!

Entonces, la sombra llamó a la guardia y les dijo:

– ¡Lleven ahora mismo al calabozo a este hombre!

Los hombres obedecieron órdenes y la princesa, al ver a su prometido sin sombra, le preguntó:

– ¿Qué pasó? ¿Dónde está tu sombra?

– Ay... se volvió loca... ¡Fíjate que llegó a decir que en realidad era yo su sombra!

– Pobre...- respondió compasiva la princesa- ¡Le mandarías apresar!

– Por supuesto- respondió la sombra.

La boda se celebró al día siguiente. La princesa se casó con la sombra del sabio. El sabio ya nunca más pudo decir nada. Su sombra le había mandado ejecutar.

Algunas reflexiones sobre este relato

Este angustioso relato de Hans Christian Andersen nos habla de temas vitales como es la identidad de una persona. Del texto, podemos sacar todas estas conclusiones:

Lo que realmente da existencia a una persona es su identidad: Dicen que no hay mayor castigo para una persona que ignorarla, ya que de pronto pierde su identidad, hasta el punto de no notar su existencia. Uno siente que existe en la medida en que otros se relacionan con él. Si nadie se dirige a él como una persona, poco a poco empieza a dudar hasta de su existencia y pierde su identidad. Es el mismo sentimiento que se apodera del sabio, al pasar a ser una sombra. Es en ese instante cuando poco a poco deja de ser humano... hasta que termina muriendo a manos de su propia sombra.

La humanidad de la sombra: En el lado opuesto está la figura de la sombra, que de ser inanimada pasa a ser humana gracias a la poesía, el arte que ‘humaniza’ y da vida a todo lo inanimado. La sombra tiene la suerte de encontrarse con la poesía y adquiere tanto o más conocimiento que su anterior amo. Al saber más que él, se ve en la necesidad de pedirle un cambio de estatus. «El mayor castigo para una persona es ignorar su existencia, porque poco a poco sentirá que pierde su identidad...» (Reflexiones sobre ‘La sombra’)

La opresión de los poderosos: La sombra y su amo también representan la opresión de los poderosos hacia los más humildes. La sombra se sentía tan poderosa, que llegó a pensar que tenía dominio absoluto sobre quien quisiera. Como así lo demostró.

La lucha interior de las personas: El sabio y su sombra también se puede contemplar como una lucha interna de la conciencia y las emociones. En este caso, el sabio representa la razón y la sombra, las emociones que lentamente se hacen con el poder hasta terminar matando a la razón.

lunes, 18 de diciembre de 2023

NAVIDAD EN EL BOSQUE

 

Lidia Nieto, Periodista

La amistad es el tesoro de más valor en la vida de una persona. Por ello, debemos cuidarla, cultivarla, alimentarla y defenderla para que siga creciendo. De eso trata este bonito cuento de Una Navidad en el bosque. Léelo a tus hijos y transmíteles el bonito mensaje que existe en este cuento navideño. Los cuentos de Navidad largos son una buena herramienta para educar y explicar a los niños sobre el verdadero sentido y espíritu de la Navidad.

Navidad en el bosque - Cuento navideño para niños sobre el egoísmo y la envidia

Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso y colorido bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada.

Todas las actividades que realizaban en aquella época tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión.

El concurso de cocina navideña, organizado por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, encargada del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque.

Y, por supuesto, estaba lo mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba una obra de teatro que tenía como tema central la amistad. El Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año:

- Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad, dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más demora demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra ganadora 'Salvemos el bosque'.

- Gracias, gracias, es un honor para mí, exclamaba Conejo entre aplausos.

- Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez daremos comienzo a las pruebas de selección. Rogamos puntualidad a los interesados, concluyó el Sr. Búho.

Al día siguiente, a la hora convenida, comenzó la selección. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un Árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino.

En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba la inestimable ayuda de un girasol y de un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa. Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr. Oso haría de guardabosques, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol, y la Sra. Lince, al lirio.

Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, hasta que hizo su aparición el peor de los fantasmas: la envidia.

- Sr. Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto, dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.

- Sí, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.

Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra navideña, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto, y eso no le gustó nada.

El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar, daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta de lo que estaba pasando, estuvo muy arisco.

Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra. Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes. La tensión en el escenario se podía cortar y el desastre no se hizo esperar, y durante el ensayo de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para interpretar el número final comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío que parte del decorado se rompió.

- Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? - preguntó Conejo encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se acabó el ensayo por hoy. Conejo estaba rabioso, no entendía nada. Pero ¿cómo podían pelearse por una cosa así?

Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho.

- Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se ha ido, sentenció Búho.

- ¿Y cómo podemos hacer que vuelva? preguntó asustada la Sra. Ardilla.

- Nos vamos a quedar sin Navidad, se oyó decir a un lobezno.

- Hoy es un día muy triste. La envidia ha desatado unas reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han dejado de lucir y la obra de teatro peligra.

Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió a salir.

- Lo siento mucho. Si hay algún culpable, ése soy yo. Me cegó la envidia. ¿Qué puedo hacer para enmendar mi error?

- No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo también he contribuido con mi mal comportamiento. Si sirve de algo yo también lo siento, se lamentó Castor.

- Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu amistad que un trozo de tela, exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra. Pata.

- Mirad, ¡está nevando! gritó con entusiasmo una voz.

- Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas. ¡El espíritu de la Navidad ha vuelto!, se oyó.

Ese año, la Navidad se vivió con mucha intensidad en el bosque, al fin y al cabo, estuvieron a punto de perderla para siempre. Habían aprendido la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy negativos que no se podían controlar.

Así que para que no se les olvidará nunca construyeron una gran placa de madera que colgaron del Gran Árbol. En ella se podía leer la siguiente inscripción: "El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo todos los días y crecerá".

Cuento enviado por Helena López-Casares Pertusa - España

domingo, 17 de diciembre de 2023

EL MILAGRO EN EL MOLINO

 

El milagro en el molino - Alexandr Nikoláievich Afanásiev

Llegó un día Cristo, vestido con harapos, a un molino, y empezó a pedir una santa limosna al molinero, que se enfadó y le dijo:

- ¡Vete, vete con Dios lejos de aquí! No se puede dar de comer a todo el mundo.

Y no le dio nada. En aquel mismo momento, un mujik trajo al molino un pequeño saco de centeno para moler. Vio al mendigo y se apiadó de él.

- Ven aquí, que yo te voy a dar un poco de grano.

Y empezó a echar el grano al saco del mendigo. Le echó una medida, pero el mendigo no retiraba el saco.

- ¿Quieres más?

- Sí, por favor.

- Bueno, está bien.

Le echó otra medida. Y el mendigo no retiraba el saco. Le echó una tercera medida, y quedó muy poco grano para el campesino. "¡Qué tonto!", pensó el molinero, "también yo he de cobrarle la molienda del grano, así que no le quedará nada".

Bueno, pues el molinero cogió el grano del campesino y se puso a moler. Pasó un tiempo, pero seguía saliendo harina. ¡Qué milagro! Había muy poco grano, un cuarto, pero acabaron saliendo una veintena de cuartos de harina, y aún quedaba grano que seguía moliéndose. El campesino no sabía ya dónde poner la harina.

Alexandr Nikoláievich Afanásiev (1826 1871) publicó entre 1855 y 1863 ocho volúmenes que reunían cuentos populares rusos. En la tradición eslava, la religión ocupaba un lugar muy importante dentro del mundo campesino. Por ello, muchas de sus historias tradicionales se encuentran relacionadas a Dios, a los santos o a hechos de carácter cristiano.

En este relato se intenta enseñar la bondad hacia el prójimo, pues quienes sean generosos con quienes lo necesitan, serán recompensados con la fortuna del Señor.

sábado, 16 de diciembre de 2023

LA INCREÍBLE HISTORÍA DE ARTABÁN

 

La increíble historia de Artabán, el cuarto rey mago

Los cuatro reyes Magos habían hecho un increíble descubrimiento: acababa de aparecer una estrella nueva en el cielo, mucho más grande y brillante que el resto. Según todas las pruebas y fórmulas que hicieron, esa estrella anunciaba el nacimiento inminente del niño Jesús.

Los cuatro reyes magos se comunicaban entre sí mediante mensajeros, pero estaban muy lejos uno del otro: Melchor, el más mayor, vivía en la zona más oriental de Europa; Gaspar procedía de Asia; Baltasar, el más joven, de un país africano, y Artabán, de la zona de Persia.

Los cuatro Reyes Magos acordaron encontrarse junto a un monumento con forma de pirámide que había en Borsippa (antigua Mesopotamia). Así que hicieron los cálculos para llegar al mismo tiempo a ese punto. Gaspar y Baltasar tuvieron que salir unos días antes. Después Melchor y por último Artabán, que en principio estaba más cerca y tardaría menos.

Los cuatro Reyes Magos se pusieron de camino, a lomos de un dromedario. Todos llevaban un regalo: Melchor llevaba oro, Gaspar, incienso, y Baltasar, mirra. Artabán no llevaba uno... ¡sino tres regalos! Estaba tan contento del acontecimiento, que había buscado los mejores regalos para el niño Dios.

Artabán mandó buscar el diamante más grande, el mejor jaspe de Chipre y el rubí más espectacular. Todo le parecía poco para el niño Jesús. Contento por conseguir estos fantásticos regalos, los guardó en una bolsa delicadamente cerrada con cinta de seda y se puso en marcha.

Artabán había salido con mucho tiempo, porque no quería llegar tarde, pero poco después de comenzar su camino, se encontró con un pobre al que además estaban apaleando unos bandidos.

- ¿Pero qué hacéis?- les gritó el rey mago, desde su imponente dromedario-. ¿Qué mal os hizo este hombre, por qué le pegáis? 

- ¡No te metas en la pelea, extranjero!- respondieron los hombres- Éste de aquí nos debe dinero, y no nos lo devuelve.

- ¿Eso es cierto?- le preguntó, entonces el rey mago.

- Si, es cierto- contestó el pobre hombre-. Pero no les puedo pagar, porque no tengo nada, ni siquiera para comer. Llevo días sin probar bocado, y no encuentro trabajo.

- Entonces…- dijo Artabán volviéndose a los hombres que le estaban pegando- ¿Por qué le maltratáis? No conseguiréis nada con ello… no puede pagar. Pero esperad, yo si puedo. ¿Cuánto dinero os debe?

- Es muchísimo, no podrás pagarlo- dijo uno de los hombres.

- ¿Bastará con esto?- preguntó entonces el rey mago, mostrando el gigantesco diamante que llevaba al niño Jesús.

Los hombres se quedaron petrificados ante el brillo de aquella piedra.

- Por supuesto que sí, es suficiente- dijeron casi a la vez los hombres-. Pero debe quedarse con nosotros hasta que alguien nos demuestre que el diamante es verdadero. Si es falso, mataremos a este hombre.

- Me quedaré lo que haga falta-. No pienso dejar a este pobre hombre en vuestras manos-, contestó él.

Los hombres tardaron dos días en encontrar a una persona capaz de asegurar el valor del diamante. Artabán esperó paciente hasta entonces. Y continuó su camino hacía el punto de encuentro.

Cuando el Rey Mago de Persia llegó al punto de encuentro, ya no había nadie. Sus compañeros, o no había llegado, o habían partido sin él. Esperó dos días y al ver que no llegaba nadie, decidió partir. Un poco desolado, siguió el camino hacia Belén, pero antes de llegar, se encontró con una escena espeluznante: decenas de soldados de Herodes buscaban recién nacidos para matarlos.

De pronto, Artabán vio a un soldado a punto de matar a un pequeño. Fue corriendo hacia él y le dijo:

- ¡No lo hagas! ¡Es un inocente!

- ¿Quién eres tú para detenerme? Yo obedezco a mi rey, a Herodes-contestó el soldado.

- ¿Qué puedo ofrecerte a cambio de la vida de este niño?- Y, sacando de su bolsa el impresionante rubí que llevaba al niño Jesús, se lo tendió al soldado-. ¿Es esto suficiente?

El soldado bajó entonces la espada, tomó el rubí y dijo:

- Sí, esto puede bastar- Y siguió su camino, dejando al niño llorando en los brazos de su madre.

- Gracias, oh, gracias, buen hombre- dijo entre llantos la madre del pequeño.

- No me las des a mi-contestó el rey mago-, sino a Jesús, el hijo de Dios que nació hace unos días. Él os ha protegido.

Pero de pronto otro soldado que había visto lo que acababa de pasar, le arrestó, y Artabán tuvo que pasar treinta años en una cárcel.

A los treinta años de cautiverio, nuestro cuarto rey mago salió y se encaminó a Judea, en donde decían que estaba Jesús. Pero entonces oyó que decían que le iban a crucificar. Artabán aceleró la marcha, pero se encontró por el camino a un padre que estaba a punto de subastar a su hija para pagar unas deudas.

- ¡No lo hagas!- dijo el cuarto rey mago al hombre- ¡Es tu hija! ¡No puedes hacer eso!

- ¿Y tú quién eres para decirme lo que puedo o no puedo hacer? Tengo muchas deudas y es la única forma de librarme de ellas.

- ¿Cuánto necesitas? ¿Bastará con esto?- Y entonces le mostró el jade que llevaba para Jesús.

- ¡Es jade! ¡Claro que sirve!

Artabán consiguió la libertad de la muchacha, pero no llegó a tiempo para conocer a Jesús. Justo cuando llegó, acababa de morir. - Hace tres días ya que murió- le contó una mujer que pasaba por allí. Y de pronto, el suelo se abrió, comenzaron a desmoronarse algunas casas, y una figura se apareció frente al cuarto rey mago: era Jesús. - Artabán, te estaba esperando- le dijo Jesús al Rey Mago. - ¿Cómo sabes quién soy? ¿Me conoces?- preguntó asombrado. - Sé quién eres, sé lo que has hecho. Y estoy muy orgulloso de ti- le dijo Jesús- Me has ayudado mucho... - Pero, ¿cómo te he ayudado yo?- quiso saber él.

- Cuando ayudaste al vagabundo, me ayudaste a mí; cuando salvaste la vida de aquel niño, salvaste la mía; cuando ayudaste a aquella muchacha a recobrar la libertad, me diste la mía. Artabán, ven conmigo, porque tienes un lugar reservado junto a mí en el reino de los cielos.

Artabán sonrió y le dio la mano a Jesús. Es la última vez que le vieron. (Basado en el cuento navideño 'The Other Wise Man', de Henry Van Dyke)

Este precioso cuento de Navidad nos transmite muchísimos valores. Entre ellos:

El valor de la generosidad.

El valor de la caridad.

El valor de la solidaridad.

El valor de la empatía.

Esta historia nos invita a reflexionar sobre valores que giran en torno a la bondad, valores como la solidaridad, la caridad o la generosidad... El viaje que hizo Artabán fue como una prueba constante de todas sus virtudes.

El valor de la generosidad:

Artabán no llevaba un regalo al niño Jesús, sino tres regalos. Buscó además lo mejor para él. Todo le parecía poco... Demuestra con esto su enorme generosidad.

El valor de la caridad:

Artabán se encuentra en su camino a un hombre que necesita ayuda. Lejos de abandonarle a su suerte y seguir su camino, le ayuda a salir del problema y se queda con él hasta que no está totalmente resuelto. Artabán sabe que esto puede hacer que no llegue a tiempo al encuentro con los otros Reyes Magos, pero siente que le necesitan.

El valor de la solidaridad:

Cuando Artabán se encuentra al soldado a punto de matar a un bebé, no puede permitirlo, y muestra su solidaridad con la madre del pequeño, haciendo todo lo que está en su mano para impedirlo.

El valor de la empatía:

Artabán ayudaba a todo aquel que lo necesitaba gracias a un valor esencial que movía su corazón: la empatía. Por eso, también cuando vio a la joven a punto de ser vendida, sintió la necesidad urgente de ayudarla, porque era capaz de sentir su angustia en su propia carne.

La gratitud en forma de recompensa:

El Rey Mago de Persia obró bien durante toda su vida, y al final, tuvo una recompensa. Y sí, por fin consiguió lo que más deseaba. Conocer a Jesús.

 

miércoles, 6 de diciembre de 2023

CUENTOS CON VALORES: EL REY GLOTÓN Y LOS RATONES

EL REY GLOTÓN Y LOS RATONES

Había una vez un rey glotón al que le gustaba mucho el dulce. Había contratado al mejor chef de repostería de todos los reinos, y cada día le pedía un dulce nuevo, más sabroso aún que el que hizo el día anterior.

El chef estaba un poco cansado y comenzaba a quedarse sin ideas, así que decidió hacer un dulce que el monarca nunca pudiera olvidar. Estaba hecho de queso, azúcar, miel y muchos otros ingredientes deliciosos que despedían un olor totalmente embriagador.

El monarca quedó encantado y sorprendido por esa tarta tan maravillosa. Pero, al olor del dulce, comenzaron a llegar también ratones de todas partes. La sala se llenó de ratones que trepaban por las mesas y las cortinas… Todos los ratones del reino comenzaron a invadir el castillo.

- ¡Oh! ¡No! - gritó desesperado el rey- ¡Rápido, consejeros!, ¡qué hacemos?

Las diferentes soluciones que probó.

-Señor- dijo uno de los consejeros- Traigamos gatos y acabarán con los ratones.

-Buena idea- dijo el monarca.

Entonces, trajeron gatos de todas partes para que asustaran a los ratones. Pero entonces el castillo se llenó de gatos, que comenzaron a arañar todo y a ronronear de forma molesta por todos los rincones.

- ¡Necesitamos librarnos de los gatos! - dijo el rey.

- ¡Perros! ¡necesitamos perros! – dijo otro de los consejeros.

Y el rey mandó traer decenas de perros que comenzaron a correr de forma alocada por todo el castillo, espantando a los gatos.

-No podemos dejar aquí a tantos perros – dijo entonces el rey – No dejan de hacer sus necesidades sin control por todas las estancias…

-Señor – dijo entonces otro consejero – Los perros temen a los tigres. Traigamos tigres.

Y el castillo se llenó de tigres. Pero imaginad el peligro que eso suponía. Ninguno se atrevía a moverse lo más mínimo…

-Rápido, consejeros – dijo el rey – Necesitamos librarnos de los tigres.

- Alteza – dijo un consejero – Traigamos elefantes. A los tigres les da mucho miedo los elefantes…

Cómo terminó aquel problema.

Y el castillo se llenó de elefantes. Pero eran tan grandes, que apenas quedaba espacio para las personas.

-Tenemos que echar a los elefantes- dijo el monarca.

-Entonces debemos traer ratones… porque a los elefantes les aterran los ratones.

Y el castillo se volvió a llenar de ratones, tal y como estaba al principio. El rey se lamentaba y movía de un lado a otro la cabeza pensando:

-La culpa en realidad la tengo yo, por glotón, que mandé traer un dulce tan irresistible… - y diciendo esto, miró la tarta.

Y el rey se dio cuenta de que la solución a su problema la había tenido él mismo muy cerca.

Estefanía Esteban

Reflexiones.

Este cuento, `El rey y los ratones´, nos ayuda a reflexionar sobre la forma en la que nos enfrentamos a los problemas: ¿buscas solución rápida para quitarte de en medio un problema o buscas la raíz del problema para solucionarlo para siempre?

A veces la solución al problema requiere de una reflexión profunda: Puede que el problema te moleste tanto que quieras deshacerte de él de forma rápida, sin pensar. Lo primero que se te pasa por la cabeza, y eso haces. En estos casos nos dejamos llevar por los impulsas y no usamos la razón. Si no encontramos la raíz del problema, no conseguiremos solucionarlo realmente. Solo pondremos `un parche´y el problema seguirá ahí.

Las soluciones rápidas a veces empeoran la situación: En el caso del rey, al intentar librarse rápidamente del problema, la solución propuesta no hacía más que empeorar aún más la situación. Y, lo que pensaban que podía ser una solución, resultó ser un problema mayor. Al final es cuando se dio cuenta de que la solución la tenía frente a él todo el tiempo.

“Hasta que no encontremos la raíz del problema, no conseguiremos solucionarlo”

A veces la solución está en nuestros propios actos: El rey de esta historia al final se dio cuenta de lo cerca que había tenido la solución real a su problema: si al ver llegar a los ratones hubiera mandado destruir la tarta, lo ratones al final se hubieran ido. Pero su glotonería podía más, y no podía renunciar a la tarta. Por eso su problema seguía ahí, junto a él.

La forma de solucionar un problema y la actitud frente a la vida: Esta historia es también una metáfora sobre cuál es nuestra actitud ante la vida… ¿Nos enfrentamos a ella mediante impulsos, intentando pasar los días sin más de forma pasajera o bien buscamos disfrutar de cada día en profundidad, recapacitando sobre cada uno de nuestros actos? Efectivamente, esta es una reflexión que va dirigida a los adultos, ya que muchas veces nos dejamos llevar por la `vorágine´ (mezcla de sentimientos muy intensos que se manifiestan de forma desenfrenada) de los días tan programados y mecánicos, sin pararnos nunca a pensar qué hacemos bien y qué hacemos mal, o qué hemos aprendido del día y qué hemos aprovechado de él.

 

   

martes, 5 de diciembre de 2023

UN CUENTO CON VALORES

 


EL LAGO DE LAS AGUAS HELADAS

Había una vez un rey africano, ya mayor, que decidió ceder su trono para descansar. Se llamaba Bakary, y había gobernado con mucha rectitud y justicia. Un día anunció su decisión:

-Me hago mayor- dijo Bakary- y necesito descansar. He pensado en ceder el trono, pero solo gobernará el más fuerte y valiente de todos vosotros. El aspirante a rey solo tendrá que superar una prueba: resistir durante una noche entera en las aguas gélidas del lago.

Todos se asustaron al escuchar aquello. Las aguas del lago estaban congeladas, y por la noche, se acercaban a beber todas las fieras del lugar ¿Quién iba a querer pasar allí dentro una noche entera?

Pero entonces, un chico muy joven levantó la mano decidido:

- ¡Yo lo haré! - dijo muy seguro el joven.

- ¿Cómo te llamas, muchacho? Preguntó intrigado el rey Bakary- pareces muy joven…

-Me llamo Dembo- contestó el joven- Y sí, soy joven, pero deseo gobernar este país tan bien como lo ha hecho su majestad.

-Bien- respondió el monarca- esta misma noche dos soldados te acompañarán para comprobar que cumples el requisito sin hacer trampas.

La noche de Dembo en el lago de las aguas heladas

Esa misma noche, Dembo se dirigió al lago de las aguas heladas escoltado por dos soldados del monarca. Al principio, Dembo se quedó totalmente helado. El frío se acumulaba y no podía dejar de tiritar. Pensó que no podría resistir toda la noche, pero entonces vio a lo lejos el fuego de una hoguera, un fuego que su madre había encendido el lo alto de una colina para que sintiera cerca el calor de su cariño.

Demo se sintió arropado por la confianza y el cariño de su madre, y aunque el calor de la hoguera estaba demasiado lejos, sintió que podía resistir al frío de las aguas. Su madre confiaba en él.

Entonces comenzaron a llegar animales terribles hasta el lago: leones, hienas y hasta un rinoceronte. Demo tembló de miedo, pero cada vez que sentía ganas de salir del lago y abandonar su empeño, miraba la hoguera, y permanecía quieto en el lago.

Y así, llegó el amanecer, y los soldados volvieron con Dembo hasta el palacio del rey para explicar al monarca lo que había sucedido.

La decisión del monarca

Allí, en el palacio, también esperaba la madre de Demo, que le abrazó y cubrió con una manta nada más verlo.

-Demo- dijo el monarca- Los soldados me han dicho que pasaste la noche entera en el lago, pero que en lo alto de la colina había una hoguera encendida. Tal vez la hoguera hizo que sintieras calor. Quizás por eso resististe en las gélidas aguas del lago.

Entonces, la madre de Demo se adelantó y dijo:

-Sí señor, había una hoguera. Yo misma la encendí para que mi hija me sintiera cerca. Y ahora, si me permite, le voy a prepara una sopa para que entre en calor.

Entonces, la mujer sacó de unas ramitas y prendió una pequeña hoguera, y sacó un cazo con agua y lo colocó en el suelo, apartado de la hoguera.

-Pero mujer- dijo el monarca entonces- ¿Cómo vas a calentar el agua si no lo colocas encima del fuego?

-Cierto- contestó la madre de Demo- Entonces… ¿cómo iba a sentir mi hijo el calor de una hoguera que estaba tan lejos?

El monarca asintió y dijo:

-Esta mujer tiene razón. Su hijo será el nuevo rey, porque no tengo ninguna duda de que, si su madre le ha sabido educar con tanta sabiduría, sabrá gobernar con rectitud el país.

Y todos le dieron la razón.

Valores que transmite este cuento africano:

Este cuento corto, `El lago de las aguas heladas´, encierra muchísimos valores esenciales:

El valor del esfuerzo.

La importancia de perseverar en el empeño.

La importancia de la confianza en uno mismo y el amor e incentivos de los demás.

El uso del ingenio para responder a una pregunta.

Reflexiones:

El cuento africano `El lago de las aguas heladas´ encierra muchísimas reflexiones que además están llenas de sabiduría. Entre ellas, estas:

Si te esfuerzas y crees… puedes: No importa lo joven, pequeño, o grande que seas. Lo que importa de verdad es el esfuerzo y el coraje. Muchos niños, muy inteligentes, sacan muy buenas notas con solo leer la lección. Otros sin embargo tardan más en memorizar, pero se esfuerzan tanto que consiguen la misma nota que los otros, al igual que los mayores con proyectos, sueños, oposiciones y otros estudios. Con esfuerzo, se consigue cualquier cosa. Con esfuerzo y confianza en uno mismo.

Confía en ti y persevera… ¡y lo lograrás!: La confianza en uno mismo es fundamental para conseguir un objetivo. Mantenerse firme en un empeño, no abandonar ante el primer miedo o el primer obstáculo. Ser `cabezota´: `yo quiero conseguirlo y sé que puedo hacerlo´. Los más testarudos al final se salen con la suya…

“La confianza en uno mismo es un pilar básico a la hora de conseguir un objetivo”.

Los incentivos y el amor de los demás también es importante: Si el objetivo es complicado, además de la confianza en uno mismo, es muy importante tener un apoyo, alguien que también confía en ti y no duda en demostrártelo, en hacerte llegar su cariño y sus palabras de aliento. Rodéate de personas que te quieren y te lo demuestran confiando en ti y en tus proyectos.

Ante una pregunta complicada… usa el ingenio: En `El lago de las aguas heladas¨, la madre de Demo demostró tener muchísimo ingenio a la hora de responder a la pregunta y duda el monarca acerca de la validez de la prueba de su hijo. De esa forma, todos lo entenderían sin tener que explicar nada. Los ejemplos son fantásticos para explicar algo a los demás. Úsalos sin miedo.

Estefanía Esteban

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