Dice
un viejo refrán que "donde está el cuerpo está la muerte" y no le
falta razón. Desde el momento en que nacemos empezamos a morir, aunque no
tengamos clara cuál es la fecha exacta de caducidad en nuestra "etiqueta
vital".
Muerte y vida. Vida y muerte. Dos caras de la misma moneda. Sin
embargo, parece que de las dos, la muerte es
la que más fascina al hombre, por su irremediable acontecer y por ser, quizá,
lo único que no podemos evitar en la vida..
Cada cultura tiene un modo de enfrentarse y gestionar la muerte,
propia y de los seres queridos. En occidente, a pesar de que poco a poco vamos
abriéndonos a visiones más desdramatizadoras de la muerte, todavía cuesta
trabajo aceptarla y se aborda, en muchos casos, como un tema tabú, del que no
se puede hablar, porque trae mala suerte. Es decir, que la muerte atrae a la
muerte.
Desde una perspectiva espiritual, la muerte se aborda con mayor
naturalidad. En algunos casos, como un mero tránsito entre estados del ser. Un
paso de la materia a la energía, que se renueva en cada ciclo, en cada
reencarnación, como ocurre en la propia naturaleza.
Hay quien piensa que en una misma vida, pasamos por muchas muertes, cada vez que dejamos atrás fases, personas, hechos, para volver a renacer de nuestras cenizas..
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