LOS SEIS
SABIOS CIEGOS Y EL ELEFANTE
“En una ocasión había
seis ancianos ciegos que no gozaban del don de la vista, siendo ciegos y
empleando el sentido del tacto para experimentar y conocer las diferentes realidades,
seres y objetos del mundo. Ninguno de estos sabios había visto nunca un
elefante, y tras conocer a su rey disponía de uno le solicitaron con humildad poder conocerlo. El monarca decidió
concederles su petición y los llevó ante el paquidermo, permitiendo que los
ancianos se acercaran y lo tocaran.
Los
sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al elefante con el fin
de saber cómo era dicho ser.
El
primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual
lanza. El segundo sabio se aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo
que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero entraría en contacto
con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más a una serpiente. El
cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya que tras tocar la rodilla
del elefante llegó a la conclusión de que se trataba de algo semejante a un
árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser, valorando que se parecía
a un abanico. Por último, el sexto sabio llegó a la conclusión de que en
realidad el elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocar su lomo.
Tras haber
llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto
a quién poseía la verdad. Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco,
recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio el cual podía ver. Este les hizo ver
que en realidad todos ellos tenían parte de la razón, dado que habían estado
describiendo una única parte del conjunto del animal, a la vez que aún sin
equivocarse ninguno de ellos había podido conocerlo en su totalidad.”
Fábula
atribuida a Rumi, sufí persa del s. XIII.
Un cuento clásico procedente de la India; esta historia nos habla de la necesidad de tener en cuenta que nuestro punto de vista no es el único que existe sobre la realidad: debemos valorar que las opiniones, creencias o conocimientos de otras personas pueden ser tan válidas y verdaderas como las nuestras, sin necesidad de que ninguno de los dos esté equivocado.
Gran reflexión!!
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