‘La promesa’, una
enigmática leyenda de Bécquer
Cuenta una antigua leyenda una historia sobrecogedora y extraña. Sucedió
en campos sorianos, y en Sevilla, lugar a donde se dirigía nuestro
protagonista.
Cuentan que un joven se despidió una
noche de su amada. Debía
partir con su señor, el Conde de Gómara (un pequeño pueblo
de Soria). A ella le dijo durante mucho tiempo que era su escudero más fiel y
no podía dejar a su señor abandonado ante una batalla tan importante: junto a
él, formaría
parte de la reconquista de Sevilla, encabezada por el rey
Fernando III.
– Debo partir, debes entenderlo,
Margarita- le dijo esa noche a su amada- Mi señor, el Conde de Gómara me
necesita. Pero te hago aquí mismo y en este momento una promesa: juro que regresaré
y entonces, te convertiré en mi esposa.
Y diciendo esto, sacó un anillo de su bolsillo y lo deslizó con cuidado en uno
de los frágiles dedos de la hermosa joven.
Margarita entonces se secó las lágrimas y
le dijo:
– Ve, y cumple tu promesa.
La promesa: Margarita
descubre que el joven al que ama le ha estado engañando
Al día siguiente, las tropas que partían
hacia Sevilla desfilaron por las calles del pueblo. Al evento acudieron
muchísimas personas, para ver a aquellos valientes caballeros partir. Entre
ellas, Margarita, quien fue casi obligada a ir por sus hermanos. Los jóvenes no
querían perderse aquel espectáculo, ni tampoco desperdiciar la oportunidad de ver al fin al
famoso Conde de Gómara, del que todos hablaban maravillas.
Contaban de él grandiosas aventuras y batallas épicas.
Pero, la mayor sorpresa se la llevó aquel
día Margarita, al
ver aparecer al Conde de Gómara, quien no era ni más ni
menos que su querido amante. Del susto y el disgusto al haber sido engañada
tanto tiempo, Margarita se desmayó y a los pocos días, murió.
La promesa: la creciente
angustia del Conde de Gómara
El Conde de Gómara no sabía que su bella
enamorada había muerto. Pero sucedió algo que le comenzó a inquietar al
cabo de unos días. No podía concentrarse y andaba de un lado a otro totalmente
absorto. Su
tristeza y expresión de angustia aumentaban a cada
instante, a pesar de haber ganado increíbles batallas en Córdoba y estar ya muy
cerca de Sevilla.
Tal era su estado embriagador que su
escudero, que le conocía bien, le preguntó, un tanto preocupado:
– Señor, algo le sucede, algo que le
angustia, que no le deja dormir. Va a las batallas como autómata, sin disfrutar
de ellas. Se mueve como si fuera un fantasma… No duerme, y cuando lo hace, se
despierta con terribles pesadillas. ¿Qué es eso que tanto le pesa?
Y el Conde de Gómara, inquieto, casi
entre sollozos, decidió contar al joven, en quien confiaba, lo que le pasaba.
La promesa: la mano
misteriosa que persigue al Conde
– Ay, mi querido escudero, no lo puedo
contar, porque me tomarán por loco.
– No se preocupe, que no lo haré. Si al
menos pudiera ayudarle…
– Resulta que desde hace unos días, noto la presencia de una
mano. Una mano que me dirige, que me protege, que se
adelanta a mis movimientos, que no me deja ni en sueños. Una mano suave y
frágil que ahora mismo se posa en uno de mis hombros…
Y diciendo esto, se levantó y comenzó a
dar vueltas por la habitación, fuera de sí, como si quisiera librarse de algo
invisible ante los ojos del escudero. Luego se sentó de nuevo y continuó con su
relato:
– Ayer, en la batalla de Córdoba.
¿Recuerdas que mi caballo excitado se dirigía como loco hacia el
enemigo, sin que pudiera frenarlo? Se dirigía hacia la muerte, y yo sin poder
apaciguarlo…
-Sí, lo vimos todos, pero de pronto
consiguió dar la vuelta…
– ¡No! … yo no fui. Fue la mano. Una
mano que tiró con fuerza de las riendas de mi caballo y le obligó a dar la
vuelta. Esa misma mano que descorre la cortina cada mañana, que me echa el vino
en el vaso, que a veces se queda posada sobre mi cabeza… Esa mano que no me
deja nunca.
El joven escudero miró apenado al conde.
Efectivamente, pensó
que había perdido la razón.
El romance de la mano
misteriosa
Un día después, el Conde de Gómara llegó
a las puertas de Sevilla, en donde esperaban en trinchera muchísimos más
hombres que también acudían a luchar junto al rey Fernando.
Muchos descansaban en tiendas de campaña
improvisadas. Otros cantaban, bebían… Y al Conde de Gómara le llamó la atención
un juglar, que comenzaba a afinar su bandolina para comenzar a entonar un extraño romance que atrajo poderosamente al Conde hacia allí. Y, aunque su
escudero le intentó impedir el paso al oír los primeros versos, no pudo hacer
nada. El Conde de Gómara lo oyó todo y se quedó petrificado. El romance decía
así:
‘La niña
tiene un amante
que
escudero se decía.
El
escudero le anuncia
‘Te vas y
acaso no vuelvas’
‘Volveré,
vida mía’
Y
mientras el amante jura,
el viento
le repetía:
¡Mal hace
quien de una promesa
del
hombre se fía!
El conde,
con sus cien hombres
de su castillo salía.
Ella, que
le reconoce,
con gran
aflicción decía:
‘Ay de
mí, que se va el conde
y se
lleva la honra mía’.
Y el
viento que repetía:
¡Mal hace
quien de una promesa
del
hombre se fía!
Muerta la
llevan al soto,
la han
enterrado en la umbría.
Pero por
más tierra que echaban,
la mano
no le cubría,
la mano
donde un anillo
que le
dio el conde tenía.
De noche
sobre la tumba,
dicen que
el viento gemía:
¡Mal hace
quien de una promesa
del hombre
se fía!
La promesa del Conde de
Gómara
El Conde,
con los ojos bien abiertos y el corazón acelerado, se abalanzó hacia el juglar
y le dijo:
– Dime,
¿de dónde eres?
Y el
contestó:
– De
tierras sorianas, señor.
– ¿Y a
quién se refiere esta historia? ¿Dónde escuchaste el romance?
– Lo cantan en muchos lugares de Soria.
Por lo visto se refiere al Conde de Gómara. Le hizo una promesa a una joven y
ella murió. Es lo que cuentan, yo no lo inventé…
El Conde, totalmente aturdido, comenzó a
entender lo que le sucedía. Cuando terminó la batalla en Sevilla, partió de
inmediato a Gómara y pidió a un sacerdote que le acompañara.
Una vez que encontró el lugar en donde
habían enterrado a Margarita, agarró su mano, que efectivamente sobresalía de
la tierra, y
pidió al cura que les casara. Al hacerlo, la mano
descendió misteriosamente y se hundió para siempre bajo tierra.
El Conde de Gómara dejó de notar aquella
mano cerca de él. Y dicen, que cada primavera, el lugar en donde estaba enterrada su ya
esposa, se llena de flores, y que es el único lugar de allí en donde florecen
margaritas.
(‘La promesa’ – Adaptación escrita por
Estefanía Esteban)
Reflexiones de la leyenda La
promesa, de Gustavo Adolfo Bécquer
Esta preciosa leyenda castellana escrita
por Gustavo Adolfo Bécquer, ‘La promesa’, tiene parte de pasión,
de misterio y por supuesto, de valores que tienen que ver, en esta
ocasión, con
las promesas que deben cumplirse:
·
Las promesas se cumplen, porque si no, pueden tener consecuencias:
Las promesas están para cumplirse. Quien las incumple, no es honesto ni sincero. En este caso, además, el remordimiento, la ‘voz’
de la moral, representada por esa misteriosa mano en esta leyenda de ‘La
promesa’, no dejaba ni un segundo al conde. Esa mano, que viene a representar
el subconsciente, los valores aprendidos que nos recuerdan si en algún momento
obramos mal. La mano misteriosa sí, es la voz de la conciencia, como el Pepito
Grillo del cuento de Pinocho.
- Siempre hay un hueco para el perdón: En ‘La promesa’, el conde al
final cumplió su promesa, y la mano de Margarita descendió al fin.
Simboliza que en ese momento el conde recibió su perdón. Al fin podía
descansar.
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