El ritual de los indios Cherokee
Los indios
Cherokee tienen un ritual muy especial a través del cual los niños pasan a ser
adultos. Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque,
le venda los ojos y se va, dejándolo solo.
El joven
tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse
la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillan de nuevo al amanecer.
Él no puede pedir auxilio a nadie. Pero una vez que sobrevive esa noche, ya es
un hombre. Esta es una experiencia personal y el joven tiene prohibido comentar
o platicar de su vivencia con los demás chicos.
Durante la
noche, como es natural, el joven está aterrorizado. Él puede oír toda clase de
ruidos: bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan… o quizás,
hasta algún humano que puede hacerle daño. Escucha el viento soplar y la hierba
crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la
venda, ya que ésta es la única manera en que puede llegar a ser un hombre ante
los ancianos de su tribu.
Finalmente,
después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es
entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él. Su padre no se ha
separado de su lado ni siquiera un instante, velando durante la noche en
silencio, listo para proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé
cuenta.
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