viernes, 16 de febrero de 2024






 

Descubre uno de los cuentos japoneses más hermosos: ‘El viejo que hacía florecer los árboles’. Un cuento que nos habla de bondad, generosidad, pero también de codicia y arrepentimiento. Disfruta de esta bella historia repleta de valores y reflexiona sobre ellos.

‘El viejo que hacía florecer los árboles’

Un anciano leñador vivía en una humilde casa a orillas de un bosque, con su anciana mujer. No tenían hijos. Un día, de camino al bosque, vio junto al camino a un perro desvalido y muy flaco. Alguien le había abandonado, y al anciano se le encogió el corazón. Sin pensárselo dos veces, lo envolvió entre su kimono y lo llevó corriendo a su casa. Al verle, su mujer se extrañó.

– ¿Cómo regresas tan pronto? - preguntó.

Entonces, su marido le mostró al perro que acababa de recoger.

– ¡Oh! ¡Qué bonito es! ¿Quién habrá podido abandonarlo? Le curaremos y cuidaremos de él como si fuera nuestro hijo.

Y así fue cómo la pareja de ancianos dedicó todos sus esfuerzos al salvar al asustado animal, que muy pronto comenzó a sentir un profundo amor y agradecimiento hacia ellos. Al fin recuperó su peso y su hermoso pelaje blanco. Y la pareja le puso el nombre de ‘Shiro’, que significa ‘blanco’.

 `Shiro recompensa al anciano por su bondad´

Meses después, el anciano partió con su azadón hacia un lugar del huerto que tenía junto a su casa. Y de pronto, Shiro, que le acompañaba dando brincos de felicidad a todas partes, empezó a ladrar y a saltar como un loco en un rincón del huerto, señalando con la pata y el hocico al suelo.

El anciano pensó que quería mostrarle algo, así que cavó donde el animal señalaba. Y al instante manó del agujero una fuente de monedas de oro. El hombre, totalmente impresionado, corrió con las monedas para contarle a su mujer lo que había pasado.

Pero alguien había estado observando todo: su vecino, que era muy codicioso, le había espiado entre los matorrales y lo había visto todo. Muerto de envidia, pidió al anciano al día siguiente que le dejara el perro.

– Solo un día- le dijo- Me gustaría cuidarle durante un solo día.

El anciano, conmovido por sus ruegos, accedió. El vecino llevó entonces a Shiro a su huerto, arrastrándolo con la correa, ya que el animal, que podía ver los sentimientos codiciosos del vecino, sentía terror hacia él.

Y como no era capaz de moverse, el malvado vecino le ató a un árbol y le obligó a señalar algún lugar del suelo. Temblando, mostró con el hocico el trozo de tierra al que podía llegar y el hombre empezó a cavar. Pero en lugar de oro, solo encontró andrajos y zuecos viejos. Enfadado, golpeó con el azadón al perro, cortando con el golpe la cuerda al tiempo que le hacía una profunda herida.

El milagro de Shiro y el viejo que hacía florecer los árboles

Shiro escapó desesperado y corrió hacia la casa de sus amos. Al llegar, el anciano se horrorizó al verlo:

– ¡Shiro! ¿Qué te han hecho? ¡Oh, perdóname, amigo! ¡No puede ser!

A pesar de los intentos de los ancianos por curar su herida, el pobre animal murió.

Al día siguiente le enterraron en el lugar donde Shiro les había indicado que había oro. Y allí mismo plantaron un pequeño pino. La magia comenzó a actuar entonces. El árbol empezó a crecer con tanta rapidez, que en 15 días ya era un enorme pino que daba sombra a toda la huerta.

Las personas del pueblo acudían a diario a ver aquella maravilla.

– ¡Es increíble! - decían unos.

– ¡Es un milagro! - decían otros.

La pareja estaba convencida de que era el espíritu de Shiro quien hacía crecer aquel árbol así.

Recordando lo que le gustaban a su querida mascota los rollitos de arroz, decidieron hacer con el tronco del árbol un mortero para llevarle a la tumba su comida favorita. Con mucha delicadeza, el anciano taló el árbol y creó un hermoso mortero. Pero, al moler el grano, vieron con asombro que éste se transformaba en oro. La noticia circuló rápido por la pequeña aldea, y llegó a oídos del malvado vecino, quien acudió enseguida a pedirle prestado el mortero al anciano.

– Me siento fatal por lo que le pasó a Shiro- dijo mintiendo el vecino- Por favor, deja que le lleve rollitos de arroz a la tumba. Pero necesito que me dejes el mortero, porque el mío se rompió.

El anciano, conmovido, le dejó el mortero, y su avaricioso vecino fue con él corriendo a su casa. Su mujer comenzó a moler los granos de arroz, con los ojos sedientos de codicia, pero en lugar de oro, solo aparecían andrajos y zuecos viejos.

– ¡Maldito viejo embustero! - gritó el hombre- ¡Este mortero no sirve para nada!

Y diciendo esto, lo rompieron en mil pedazos y lo tiraron al fuego.

El anciano fue a buscar su mortero al día siguiente, y el vecino le dijo:

– Ya no está. Se rompió al primer golpe y lo tiré al fuego.

El anciano se horrorizó al ver su mortero convertido en cenizas, pero en lugar de odio sintió mucha pena. Decidió llevarse las cenizas de su mortero para esparcirla sobre la tumba de su querido amigo. Pero por el camino, justo cuando pasaba por unos árboles desnudos por el invierno, un viento sopló e hizo volar parte de las cenizas, que, al posarse sobre las ramas de los árboles, comenzaron a llenar de flores y vida a las plantas.

Las personas que estaban cerca, contemplaron el milagro del viejo que hacía florecer los árboles atónitos. Todos los árboles florecían, mientras que el anciano canturreaba contento:

– ¡Mirad, mirad, el viejo jardinero hace florecer los árboles!

Y dio la casualidad que un ilustre señor pasaba por allí. Al ver lo que sucedía quedó maravillado y dijo al anciano:

– ¡Es la primera vez que alguien hace florecer un árbol! ¡Es tan hermoso! Anciano, te mereces una recompensa.

Y diciendo esto, le tendió una enorme bolsa con monedas de oro. El vecino, que lo había visto todo, lleno de ira, recogió las pocas cenizas que quedaban del mortero y corrió en busca del noble.

– ¡Espere! ¡Yo también sé hacer eso!

– ¿Ah, sí? ¿Tenemos dos personas con el mismo don esta pequeña aldea? ¡Demuéstralo!

Y el malvado vecino esparció las cenizas. El viento hizo que fueran directas hacia el noble, que no pudo evitar toser, mientras decía:

– ¡Menudo granuja mentiroso! ¡Te mereces un castigo!

Entonces, el vecino, ahora sí, arrepentido, le contó todo lo que había pasado, y cómo había dado muerte al perro.

– ¡Ahora entiendo que todo es culpa mía! -dijo entre sollozos- Por favor, estoy arrepentido, dadme una oportunidad y demostraré que puedo transformar mi corazón.

El noble, que era bondadoso, decidió darle esa oportunidad. Desde entonces, el vecino cambió por completo. Ayudaba en todo a los ancianos y acudía con frecuencia junto a ellos a la tumba de Shiro para ofrecerle esos rollitos de arroz que tanto le gustaban en vida.

«La gratitud que muestran los animales son una buena lección para los hombres.»

— (Reflexiones sobre ‘El viejo que hacía florecer los árboles’)


Valores que puedes ver en este cuento:

Este precioso cuento japonés, de ‘El viejo que hacía florecer los árboles’ nos habla de:

• Bondad.

• El valor de la generosidad.

• Gratitud.

• La envidia.

• Arrepentimiento.

• La codicia que tan mal nos hace.

Reflexiones sobre el cuento ‘El viejo que hacía florecer los árboles’

Este hermoso cuento japonés, ‘El viejo que hacía florecer los árboles’, nos habla de bondad, de agradecimiento y de perdón:

El mayor regalo a un acto de bondad es la gratitud: El anciano había sido bondadoso con el pequeño perro y él se lo agradeció como pudo, más allá incluso de la muerte. Su gratitud era tal, que aún muerto, seguía acompañando a los ancianos por medio de su espíritu.

La vida tras la muerte: Este bello cuento del viejo que hacía florecer los árboles también nos habla de una vida tras la muerte. El espíritu de Shiro seguía vivo, aunque tomara otra forma material diferente. En todo momento mostraba su presencia a los ancianos que tan bien le habían tratado.

• La codicia que nos transforma: En ‘El viejo que hacía florecer los árboles’, el vecino del anciano era terriblemente codicioso y envidioso. Fue su perdición. Esta emoción nos hace cometer errores imperdonables, locuras transitorias que no causan más que problemas y dolor. Por eso hay que alejarse de estas emociones.

• El arrepentimiento y el perdón: El anciano, a pesar del dolor que había provocado el vecino en su vida, no sentía odio, sino tristeza. En el fondo de su corazón sentía perdón hacia alguien que sabía que había obrado poseído por un terrible sentimiento. Por su parte, el vecino, al final consiguió darse cuenta del mal que había producido y sí, consiguió sentir un profundo arrepentimiento. Pero el arrepentimiento no es solo un sentimiento. Se debe materializar. En este caso, el vecino comenzó a ayudar a los ancianos.


viernes, 2 de febrero de 2024

El miedo al fracaso.





Cuento de Nasreddin para adolescentes y adultos

Esta historia o cuento de Nasreddin o Nasrudin (un personaje sufí con algunas similitudes a nuestro Don Quijote), ‘El miedo al fracaso’, nos habla del miedo a equivocarnos, ese miedo que nos impide muchas veces ser valientes o actuar en determinadas circunstancias. En este caso, a pesar de la evidencia, esa emoción tan negativa consiguió paralizar a todos.., No te pierdas el cuento corto y sus reflexiones finales.

Un día, Nasreddin tomó un huevo y lo envolvió en un pañuelo. Se dirigió a la plaza del pueblo y comenzó a gritar:

– Hoy os propongo a todos un juego. El que adivine qué llevo en este pañuelo, se llevará de premio el huevo que esconde.

Todos se miraron asombrados. No podía ser que les estuviera diciendo lo que escondía el pañuelo.., seguramente sería ‘un anzuelo’ para que cayeran en la trampa. Nasreddin, ante el silencio de todos, comenzó a dar más pistas:

– Venga, no seáis tímidos. Debéis adivinar qué hay bajo el pañuelo.., algo que tiene una yema amarilla. Está rodeada de un líquido del color de la clara y envuelto en un cascarón frágil que se rompe con mucha facilidad.

De nuevo era demasiado evidente. Todos se miraban sin atreverse a decir nada. Y Nasreddin siguió gritando:

– Lo que escondo en el pañuelo es símbolo de fertilidad, y nos recuerda a las aves regresando a sus nidos.

Todos pensaban, evidentemente, que lo que Nasreddin tenía bajo el pañuelo era un huevo, pero les parecía tan evidente, que ninguno se atrevía a decirlo. ¡Era demasiado obvio! Nasreddin volvió a preguntar dos veces más, y como nadie se atrevía a decir nada, sacó el huevo del pañuelo y se lo mostró a todos. Después, les dijo:

– Todos conocíais la respuesta y nadie se atrevió a decir nada. Es la cobardía, que nos impide arriesgarnos. Solo hay una cosa que frena nuestros sueños: el miedo al fracaso.

En este cuento corto, ‘El miedo al fracaso’, se reflexionar acerca de:

• El sentimiento de miedo al fracaso.

• La cobardía.

• Los obstáculos que impiden que alcancemos nuestras metas.

• El miedo al ‘qué dirán’.

• La autoestima. 

Reflexiones sobre el cuento ‘El miedo al fracaso’

Nasreddin o Nasrudin (se le conoce con estos dos nombres) es un personaje muy popular de la cultura sufí en Oriente medio. Sus cuentos son muy famosos, por sus innumerables mensajes sobre valores y emociones. Cuentos que, al estilo de las fábulas, nos dejan una importante moraleja para reflexionar. En esta ocasión podría ser su última frase: «Solo hay una cosa que frena nuestros sueños: el miedo al fracaso».

El miedo como obstáculo: Esta emoción básica, que afecta a todas las personas, puede ser una buena aliada cuando se trata de un miedo que nos protege y aviva nuestra prudencia, o bien, puede ser un obstáculo para avanzar en nuestro camino y alcanzar metas. De esto último habla precisamente Nasrudin en ‘El miedo al fracaso’. Esta historia corta nos recuerda que el miedo a equivocarnos o al ‘qué dirán’, puede bloquearnos hasta tal punto, de impedirnos dar el paso más sencillo. Con aquel juego, Nasrudin demostró a todos la parte más negativa de una emoción que es capaz de echar por tierra nuestros sueños e ilusiones. Una emoción que nos hace cobardes y que nos paraliza. Solo aquel capaz de vencer ese miedo, aquel que decida dar su respuesta, aunque sea errónea, podrá seguir su camino hacia el éxito.

¿Qué dirán los demás?: Muchas veces la cobardía llega del miedo al rechazo de los otros, al miedo a equivocarnos delante de los demás. Formamos parte de una sociedad, y necesitamos el reconocimiento de aquellos que nos rodean. Ese interés pesa mucho sobre nosotros, y a veces el riesgo de equivocarnos alimenta ese miedo a fallar ante los demás. En el cuento del miedo al fracaso, todos estaban seguros de que el pañuelo escondía un huevo, pero les parecía demasiado evidente... ¿y si era una trampa y hacían el ridículo delante de todos con su respuesta? ¿Qué pensarían los demás? Por eso, la inmensa mayoría prefirió callar, dejando que fuera otro el que se arriesgara. Ninguno lo hizo.

«Muchas veces la cobardía llega del miedo al fracaso ante los demás»

(Reflexiones sobre el cuento ‘El miedo al fracaso’)

¿Podría haber respondido alguno?: Por supuesto que sí. Bastaba un solo valiente sin temor al error. Solo una persona que hubiera reunido el coraje suficiente para derrotar al miedo al fracaso. Podría haber ocurrido, por supuesto, y la enseñanza hubiera sido similar. Nasrudin podría haber escogido a esa persona como ejemplo de cómo vencer el miedo que nos bloquea.

La autoestima ayuda: A veces ese miedo al fracaso también está alimentado por una falta de confianza en nosotros mismos. Con una buena autoestima, conseguimos perder el miedo a ‘hacer el ridículo’, al ‘qué dirán’ o a equivocarnos. Alguien con una buena autoestima, podría haber vencido a esa emoción, podría haber respondido sin más: ‘un huevo’, sin temer las risas de otros. El error enseña, no hunde. No es un abismo, sino una escalera.

«El miedo al fracaso también puede estar alimentado por una falta de confianza en nosotros mismos»

(Reflexiones sobre ‘El miedo al fracaso’)


jueves, 1 de febrero de 2024

'Cuando callas también hablas de ti'





 

Este texto, 'Cuando callas también hablas de ti', pertenece a la escritora británica George Eliot (1819-1880), aunque su auténtico nombre era Mary Ann Evans. Como muchas otras mujeres de la época, utilizaba un seudónimo para escribir en revistas y periódicos. Este breve texto invita a una reflexión sobre el poder del silencio.

El texto corto y reflexivo 'Cuando callas también hablas de ti'

Presta atención a este breve texto de apenas 10 frases, tan profundas, que a veces nos obligan a parar y reflexionar en cada uno de sus puntos y aparte. Aquí tienes el texto de 'Cuando callas también hablas de ti'. Más abajo encontrarás nuestras reflexiones sobre los mensajes que transmite:

Cuando callas un secreto, conozco tu fidelidad de amigo.

Cuando callas tu propio dolor, reconozco tu fortaleza.

Cuando callas ante el dolor ajeno, conozco tu impotencia y tu respeto.

Cuando callas ante la injusticia, veo tu miedo y tu complicidad.

Cuando callas ante lo imposible, observo tu madurez y tu dominio.

Cuando callas ante la estupidez ajena, conozco tu sabiduría.

Cuando callas ante los fuertes y poderosos, veo tu temor y cobardía.

Cuando callas ante lo que ignoras, conozco tu prudencia.

Cuando callas tus propios méritos, observo tu humildad y tu grandeza.

Utiliza este breve texto de la escritora George Eliot para reflexionar acerca de:

• Qué nos dice el silencio.

• El miedo y otras emociones ocultas en el silencio.

• La prudencia.

• El valor de la humildad. 

• La empatía.

El silencio es a veces igual o más poderoso que las palabras, capaz de transmitir emociones, de 'dejar leer entre líneas' aquello que las palabras nos son capaces de dar forma. Un silencio puede denotar amor, dolor, miedo... es cómplice de las emociones y delator de carencias y falta de valores. El silencio habla, sí, pero lo hace sin palabras:

• El poder del silencio: Este texto nos dice con claridad que el silencio no es el vacío, sino todo lo contrario. 'Cuando callas también hablas de ti' nos recuerda la cantidad de ‘palabras' invisibles que puede llegar a transmitir un silencio. Aprender a leer lo que dice es todo un reto de complicidad y empatía, pero muy necesario para aprender a relacionarnos con los demás o incluso, a defendernos de las mentiras o trampas que algunas personas pueden tendernos.

• El silencio como fidelidad: A veces callamos para no hacer daño a otros. Otras veces, porque alguien nos pidió guardar un secreto. En ambos casos, ese silencio demuestra valentía y fidelidad hacia otro. Un rasgo muy característico de la amistad, aunque también se puede mostrar fidelidad sin amistad, evidentemente.

La fuerza que denota el sufrir en silencio: Este texto, ‘Cuando callas también hablas de ti’, también hace referencia al dolor y a su silencio. Por un lado, habla de ‘valentía’ al ocultar mediante el silencio un dolor. Por otro lado, se habla del silencio ante el dolor ajeno como una muestra de empatía y respeto. Vivir en silencio el dolor, llevar el ‘luto’ sin decir absolutamente nada, es, según la escritora británica, una muestra de coraje y respeto.

El sentido común y la prudencia: El silencio puede ser según ‘Cuando callas también hablas de ti’, el reflejo de la sabiduría y la prudencia. Cuando somos capaces de templar a los impulsos y contemplamos un imposible, o el peligro..., y decidimos callar nuestro ego, soberbia o vanidad..., ese silencio nace de la prudencia y la templanza, y por supuesto, es favorable.

«El silencio puede ser un reflejo del sentido de la prudencia; también de empatía y respeto»

(Reflexiones sobre ‘Cuando callas también hablas de ti’)

• La fuerza que denota el sufrir en silencio: Este texto, ‘Cuando callas también hablas de ti’, también hace referencia al dolor y a su silencio. Por un lado, habla de ‘valentía’ al ocultar mediante el silencio un dolor. Por otro lado, se habla del silencio ante el dolor ajeno como una muestra de empatía y respeto. Vivir en silencio el dolor, llevar el ‘luto’ sin decir absolutamente nada, es, según la escritora británica, una muestra de coraje y respeto.

• El sentido común y la prudencia: El silencio puede ser según ‘Cuando callas también hablas de ti’, el reflejo de la sabiduría y la prudencia. Cuando somos capaces de templar a los impulsos y contemplamos un imposible, o el peligro..., y decidimos callar nuestro ego, soberbia o vanidad.., ese silencio nace de la prudencia y la templanza, y por supuesto, es favorable.

«El silencio puede ser un reflejo del sentido de la prudencia; también de empatía y respeto»

(Reflexiones sobre ‘Cuando callas también hablas de ti’)

• El silencio que denota defectos: No solo se habla en este texto de ‘Cuando callas también hablas de ti’ de aquellas virtudes que denota el silencio, como la fidelidad al guardar un secreto, la empatía ante el dolor ajeno o el coraje al callar un dolor propio. También se habla de la grandeza y la prudencia de guardar silencio ante lo desconocido (una virtud, sin duda, que nos evita meteduras de pata y problemas) y de la humildad que denota el silencio al no presumir de los méritos y victorias. Pero no todo son virtudes.

El silencio también denota carencias, como bien explica la autora de este texto. Habla en este caso de miedo y cobardía al no dar un paso en momento decisivos y preferir el silencio, y de aliarse con los poderosos por miedo y falta de solidaridad. Habla, por ejemplo, de callar ante las injusticias por temor a las consecuencias.

La última frase, como una moraleja: Este maravilloso texto de George Eliot podría resumirse en la última frase, que nos deja un silencio repleto de reflexiones. Ese tiempo donde el sabio medita..., o una cárcel para el necio. El refugio de los cobardes. Pero también el abrazo humano más sentido y el trayecto directo de las emociones que no encontraron palabras, pero sí un lugar en donde mostrarse sin tapujos.

«El silencio es el tiempo donde el sabio medita, la cárcel del necio, el refugio de los cobardes, el abrazo del amor o del sufrimiento, y el lugar en donde muchas veces viajan las emociones que no encuentran palabras para vestirse»

(Reflexiones sobre ‘Cuando callas también hablas de ti’)